Las oscuras golondrinas
Las golondrinas adelantan un mes su llegada a la Península
La primavera se adelanta y algunas aves migratorias emprenden antes su anual retorno a la península Ibérica.
Las poblaciones se reducen un 1% al año en Catalunya; un 25% en el resto de España en las dos últimas décadas
Ha sido siempre el ave que anunciaba de manera rutinaria la llegada de la primavera; pero el cambio de hábitos va camino de convertirla en el animal que marca el final del invierno. La golondrina común, una especie que tradicionalmente pasaba el invierno en África, cada vez regresa más pronto a la península ibérica. Llega antes, y, además, atraviesan el Estrecho menos ejemplares, pues también es una especie en retroceso. Según diversos estudios, las golondrinas irrumpen en la Península ibérica un mes antes de lo que lo hacían tradicionalmente. “A mediados del siglo pasado, la media de las poblaciones llegaban a finales de marzo, mientras que ahora vemos que el grueso se detecta a finales de febrero”, según Blas Molina, técnico de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife).
Estas conclusiones han podido ser confirmadas con los miles de datos sobre la llegada anual de estas aves registradas por el programa Aves y Clima de SEO/BirdLife, que desarrolla en colaboración con la Agencia Estatal de Meteorología. En la recopilación de estos datos se anotan las primeras fechas en la que se producen diferentes fenómenos, como la migración de las aves, la floración de los almendros, el inicio de la reproducción o aparición de los primeros insectos. En este proyecto de colaboración ciudadana han participado más de un millar de voluntarios que han aportado más de 100.000 registros.
De hecho, en numerosos lugares de la Península ha podido comprobarse la presencia de las golondrinas (Hirundo rustica), una llegada anticipada que también protagonizan otros grupos de aves, como las rapaces migratorias.
Blas Molina afirma que la principal causa de este adelantamiento es un acortamiento de las distancias que tienen que cubrir estas aves para llegar a Europa tras haber pasado el invierno en África (muy frecuentemente en los países subsaharianos). En muchas ocasiones, las golondrinas ya no pasan el invierno en los países subsaharianos, sino que se quedan en Túnez o en Marruecos, donde han encontrado nuevas zonas de regadíos o campos de cultivo, lo que hacen innecesario que tengan que viajar más al sur. Evitan la travesía del Sahara, porque saben que es peligrosa, no siempre encuentran comida y deben hacerla de un tirón.
El descenso de las poblaciones de golondrinas tiene que ver con el abandono del mundo rural y la pérdida de sus lugares para construir los nidos, que han sido abandonados o destruidos. “La desaparición de muchas actividades agrícolas y ganaderas, a las que estabas ligadas las golondrinas, ha ocasionado la pérdida de los insectos que le servían de alimento”, explica Molina. Graneros, cuadras o áreas para el ganado extensivo han sido modificados y sustituidos por una arquitectura que elimina los lugares idóneos para nidificar. Asimismo, el uso de insecticidas y otros productos químicos merma su capacidad reproductora y reducen los enjambres de insectos voladores, principal fuente de alimento.
Entre 1998 y el año 2016 se ha producido un descenso del 25% de golondrinas en España, pero está fuera de peligro. En el 2004 se estimó que había unos 30 millones de ejemplares, y, aunque no se han hecho nuevos cálculos, se cree que se habría perdido más de una cuarta parte de la población. En Catalunya, el Institut Català d’Ornitologia ha detectado una disminución de las poblaciones de golondrinas comunes del 1% anual desde que se iniciaron los controles en el 2002, según explica el ornitólogo Abel Julien, quien confirma los avistamientos más tempranos.