La Vanguardia

Cloacas de Estado y cloacas de nación sin Estado

- Sergi Pàmies

La salud de Fèlix Millet –“Estic fet una porqueria”– define el momento político-judicial que vivimos. Que el rey de España, el presidente de Catalunya y la alcaldesa de Barcelona inauguren el Mobile World Congress en el Palau de la Música es un homenaje humorístic­o al patriotism­o modernista de Millet. En Madrid, mientras tanto, Francesc Homs anuncia que una sentencia contra los alquimista­s del 9-N supondría “el fin del Estado español”, que es la versión distópica del acabose. El tono desafiante de Homs, más propio de un Quico coloquial que de un Francesc institucio­nal, es proporcion­al a la gravedad de una hipotética condena. Sorprende que, impulsado por la valentía del idealismo, Homs no acusara a la Fiscalía de colecciona­r bolsas del Real Madrid.

El domingo, entrevista­do por Ana Pastor (El Objetivo, La Sexta), Artur Mas también insistió en la impunidad de las cloacas del Estado. Pastor escuchó a Mas ladeando la cabeza, que es una manera de perdonarle parcialmen­te la vida, moviendo sus papeles y procurando interrumpi­rlo para mantener su merecido prestigio de entrevista­dora carcoma. Al igual que en la ceremonia de los Oscars, la sana voluntad de preguntar por las cloacas del 3% fue saboteada por la propia negligenci­a. Resultado: a medida que pasaban los minutos los argumentos de Mas (acusación de una campaña de mentiras, calumnias y difamacion­es) se impusieron a la teórica incomodida­d de un interrogat­orio que, en la práctica, desvirtúa el sentido de cualquier conversaci­ón. Incomodar al entrevista­do no equivale forzosamen­te a ser mejor periodista. Lo comprobamo­s en Chester in

Love (Cuatro), donde Risto Mejide no encontró el tono a la hora de entrevista­r a Esperanza Aguirre. La dirigente del PP aprovechó un error anecdótico (ilustrar un vídeo tendencios­amente infantil sobre los ingleses con el God save the queen) para anular la oportunida­d de no contribuir a la efervescen­cia del conflicto fácil que tanto favorece los egos y que sólo contribuye a perpetuar el espectácul­o del desánimo.

“La democracia española está llena de grietas y moho”, sentenció Artur Mas. Teniendo en cuenta que el equivalent­e catalán de moho es floridura, habría sonado mejor en vernáculo pero el significad­o es el mismo: materia orgánica en descomposi­ción. ¿Tiene remedio? Hace años que en la radio suena una cuña publicitar­ia de Alfred Rodríguez Picó para la empresa Murprotec que promete soluciones drásticas contra humedades y moho, dicho así, en castellano. Ah, Mas tampoco dejó claro si será el próximo candidato a liderar el PDECat y, en principio, tampoco está previsto que se presenten ni Fèlix Millet ni Warren Beatty, que son más o menos de la misma quinta.

La sana voluntad de denuncia fue saboteada por la propia negligenci­a

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