Veto a nuevos bares junto al mercado de Sant Antoni
Una moratoria municipal de un año también frenará la apertura de ‘takes away’, restaurantes, heladerías, tiendas de souvenirs...
Cerrojazo al barrio de Sant Antoni. El gobierno de la alcaldesa Ada Colau decretó ayer una moratoria de al menos un año de duración que impedirá la apertura de nuevos bares, bodegas, restaurantes, heladerías, horchaterías, tiendas de comida para llevar, comercios de alimentación con espacio de degustación y tiendas de souvenirs y de otros productos especialmente dirigidos al turista en uno de los rincones más de moda de toda Barcelona, en el entorno del mercado de Sant Antoni. Tiendas de souvenirs, en el barrio, hoy por hoy, no hay ninguna, pero la proliferación de nuevos bares, restaurentes, takes away muy exóticos y supermercados de autor en los últimos diez años fue sencillamente espectacular.
Aquí, una década atrás, apenas se contaban un puñado de bares de barrio a los que acudían los parroquianos del lugar. Y el comercio de proximidad era muy rico y variado. Ahora se suceden los garitos que tratan de ser muy especiales y muy diferentes los unos de los otros. “Hemos creado un monstruo”, dijo en muchas ocasiones, en estas páginas, tras la barra del la bodega D’en Rafel, Rafael Jordana. Años atrás vivía de servir desayunos de madrugada a todo tipo de trabajadores. Ahora su bodega aparece en revistas de ocio, y entre sus clientes figuran algunas estrellas del pop local.
De hecho, muchos, interpretan que esta medida municipal llega tarde. Las restricciones administrativas a la apertura de negocios del sector de la restauración propias del distrito del Eixample ya hacían muy complicado la consecución de los oportunos permisos. En estos momentos en el barrio se cuentan muy pocos locales disponibles. Además, el gran cierre de tiendas de toda la vida ya se produjo. Pero las expectativas comerciales que está despertando la muy esperada inauguración del nuevo mercado de Sant Antoni llevaron al gobierno municipal a tomar esta decisión y establecer una nueva moratoria en la ciudad, otra más. Sant Antoni no es el Gòtic, al menos aún no. Las riadas de turistas todavía se dirigen a otros barrios. Pero la gran transformación de Sant Antoni ya se produjo. ¿La situación se puede revertir? El gobierno municipal dice que esta moratoria le servirá para elaborar un plan de usos que permitirá armonizar todas las actividades comerciales de Sant Antoni.
Todo apunta a que el remozado mercado abrirá de nuevo sus puertas a finales de año. Las obras se habrán prolongado entonces durante cerca de nueve años. La maratoniana duración de estos trabajos fue otro de los factores que condenaron a muchos comercios de proximidad al cierre. El traslado de los puestos del mercado a sus instalaciones provisionales alteró los hábitos de consumo de muchos ciudadanos, sus caminos cotidianos a la hora de hacer las compras. Entre tanto, el interés de los restauradores por el barrio multiplicó el precio de los alquileres. Las mercerías, las ferreterías y las pollerías no pudieron hacer frente a este encarecimiento.
Muchos interpretan que la medida llega tarde, que la gran transformación de este barrio ya se produjo