Un creador de equipos
JAUME BERDOY ALEMANY (1947-2017)
La pérdida de mosén Jaume Berdoy es una pérdida real, un vacío irreparable que sobrellevamos en la Iglesia “. Son palabras del obispo de Sant Feliu de Llobregat, monseñor Agustí Cortés, refiriéndose a su hombre de confianza, que falleció el pasado 21 de febrero, a los 70 años. En la homilía que pronunció el obispo Agustín durante el funeral del que fue vicario general y rector de la parroquia de Santa Maria de Vilafranca, también añadía: “Esta experiencia provoca muchas preguntas: ¿por qué, qué sentido puede tener la muerte de una persona que hacía tanta falta en todos los ámbitos de su vida? ¿Qué quiere Dios de nosotros en estas circunstancias?”. Sólo con una cierta perspectiva se podrá dar respuestas a estas cuestiones, pero ya en los días posteriores, mientras íbamos encajando la noticia, surgían rayos de luz, de esperanza, de resurrección, en conversaciones con los compañeros sacerdotes que han conocido de cerca mosén Jaume. De ellos he podido recoger estas pinceladas de vida.
Fue un hombre de criterio y fiel servidor, consejero de obispos en Barcelona y en Sant Feliu con sentido de responsabilidad, espíritu libre y crítico, siempre con ánimo de edificar. En el momento delicado de la división de la diócesis de Barcelona manifestó activamente su discrepancia sobre todo en la manera de proceder, pero con toda honestidad, sin ninguna incoherencia, prestó su apoyo y servicio al pueblo de Dios en la nueva etapa que significó la creación de las nuevas diócesis. Puso todo su conocimiento y experiencia para ayudar a monseñor Agustín Cortés y en la comunidad diocesana de Sant Feliu a crecer en fidelidad al evangelio y avanzar en la comunión y la misión.
Siempre creyó en el lugar del laicado en la Iglesia, dando confianza, dando responsabilidades, creando equipos. En todos los ámbitos, desde la parroquia y los movimientos como consiliario del Movimiento Cristiano de Pueblos y Comarcas, hasta el ámbito diocesano y catalán. Mosén Jaume no se daba por satisfecho hasta que no había una implicación plena del pueblo de Dios en la vida eclesial. Tenía una capacidad especial para “repartir trabajo”: él tenía en la cabeza todo lo que había que hacer y después era capaz de implicar a las personas, generaba ilusión en torno a los proyectos que él tenía muy claros y que posteriormente dejaba en las manos de los que los habían de sacar adelante.
Del mismo modo, implicaba a las entidades sociales de las localidades donde ha estado: Olesa, Martorell, Vilanova, Vilafranca... Siempre tenía como punto de mira que todo el mundo pudiera tener lugar en la Iglesia, que las entidades pudieran venir a hacer lo que conviniera, estar en la parroquia, porque la parroquia era de todos.
Mosén Jaume era un maestro de la pastoral de la calle, de la proximidad, de la fraternidad, hacia todos, y favoreciendo la relación intergeneracional en las comunidades parroquiales: un instrumento de cohesión, de comunión fraterna. Entre los otros sacerdotes, ha sido un vicario general que ha sabido ser siempre un hermano mayor: en las decisiones importantes, siempre se le podía preguntar: “A ti, Jaume, ¿qué te parece?”.
En menos de dos meses, una implacable y rápida enfermedad se lo ha llevado. Más allá del sabor agridulce que nos deja su defunción, sentimos su presencia alentadora, su sonrisa amplia, su humanidad afable, su buen humor, su profundidad cristiana. ¡Que el buen Dios nos dé más sacerdotes como tú!
Fue vicario general de la diócesis de Sant Feliu de Llobregat y rector de Santa Maria de Vilafranca del Penedès