Fillon busca a la desesperada el apoyo en la calle de la derecha dura
Cada vez más solo, el candidato intenta una demostración de fuerza mañana en París
François Fillon, asediado por el escándalo Penelopegate, quiere relanzar mañana su candidatura con una demostración de fuerza en las calles de París, donde lo apoyará la derecha más tradicionalista. Mientras, Sarkozy y Juppé toman posiciones.
La posibilidad de una retirada del candidato de la derecha reabre la lucha entre Sarkozy y Juppé
Asediado por las deserciones en su entorno en reacción al Penelopegate, François Fillon se juega su continuidad como candidato de la derecha a la presidencia de Francia a la carta de una manifestación. Parece decidido a tomar su decisión, de retirarse o no de la carrera, dependiendo del eco que encuentre la manifestación en su apoyo convocada en París mañana.
Fillon cree que una demostración de fuerza el domingo en la plaza de Trocadero, con la torre Eiffel al fondo y decenas de miles de personas movilizadas en su apoyo, aún puede salvar su situación. Si no funciona, se retirará. El candidato ha movilizado a sus más estrictos partidarios, el público católico-tradicionalista del movimiento La Manif pour Tous, que tomó las calles años atrás en enormes manifestaciones contra el matrimonio homosexual.
Esta movilización, que organiza autocares para llevar a los católicos a París, está coordinada por la portavoz del movimiento Sens Commun, Madeleine de Jessey, iniciadora de un manifiesto en apoyo de Fillon. La consigna es acudir sin pancartas. Sólo banderas francesas.
“Apelamos a todos los franceses exasperados por la colusión mediático-judicial de izquierda a sumarse a un nuevo movimiento unitario a favor de la democracia en peligro”, señala el manifiesto de Sens Commun. “No permitiremos que ningún juez, ningún medio de comunicación ni ningún encausamiento preelectoral a dos meses de una elección decisiva para el país, nuestras instituciones y nuestra civilización, nos impida la elección presidencial”, dice.
Este enérgico alineamiento con la tesis de Fillon de que todo es consecuencia de un golpe de Estado institucional contra su candidatura no ha convencido al conjunto del público de derechas. En las reuniones de afiliados y militantes ese clima se ve acompañado de dudas y críticas. Con diferentes énfasis, muchos piden una retirada de Fillon en beneficio del alcalde de Burdeos, Alain Juppé, que quedó segundo en las primarias de la derecha.
Según la última encuesta, Fillon obtiene un 19% de la intención de voto, por detrás de Emmanuel Macron (27%) y Marine Le Pen (25,5%). En el caso de que Juppé se presentara, la derecha lidera el pa- norama con el 26,5% de la intención de voto, frente al 25% de Macron y el 24% de Le Pen. Pero esta música no es del agrado de todos.
La quiebra de la candidatura de Fillon ha reabierto la rivalidad entre Sarkozy y Juppé. Habrá que ver cuántos barones de la derecha hacen acto de presencia junto a Fillon el domingo en la manifestación. Los partidarios de Juppé quieren al veterano alcalde de Burdeos como candidato, pero los partidarios de Nicolas Sarkozy, el tercer clasificado en las primarias, prefieren al delfín del expresidente, François Baroin, alcalde de Troyes.
El septuagenario Juppé confirmó ayer que sólo tomaría el relevo de Fillon como candidato si éste decide irse y si los apoyos a su candidatura son unánimes. De momento no lo son. Los sarkozystas prefieren a un candidato joven, mejor dotado –dicen– para batirse contra Emmanuel Macron, gran apuesta de los negocios en plena sintonía con las directivas europeas.
Mientras sigue el goteo de deserciones –unas 80 se contabilizaban ayer en su entorno– el peor abandono de ayer para Fillon ha sido el de su portavoz y organizador de las exitosas primarias de la derecha, Thierry Solère. También se han ido su tesorero y su director de campaña, Patrick Stefanini, entre otros.
Organizaciones ciudadanas de izquierdas han convocado el mismo domingo una concentración con cacerolas contra la corrupción de los políticos en la plaza de la República. La demostración de fuerza que Fillon prepara para mañana, medirá, en el mejor de los casos, el favor de sus partidarios, pero las elecciones son mucho más que un asunto de partidarios. El desagrado por las sospechas de los empleos ficticios de su esposa es un lastre que parece pesar mucho a juzgar por los sondeos. Todos se preguntan hasta cuándo podrá mantenerse esta situación y si la derecha, que lo tenía todo para ganar, logrará enderezarse, sea cual sea el desenlace y la decisión sobre la candidatura.