El Barça ensaya ante el Celta (5-0) la remontada
Messi barre al Celta con dos goles y dos asistencias
Seriedad, electricidad y un buen plan por ejecutar. El Barcelona desplegó una exhibición táctica y técnica para superar al peor antagonista de Luis Enrique con una de las mejores funciones de la temporada en el Camp Nou. Un calibre fiable para evaluar un partido es el peligro que ha creado el rival, y ayer el Celta apenas merodeó por el área de un Barça jerarca y paciente que administró el juego, el tiempo y la magia de sus ejecutores como si se tratara de un ensayo general de la apoteósica representación del miércoles. Y sí, aunque la UEFA recurra a la estadística para negar cualquier posibilidad de remontada, el conjunto blaugrana comunicó ayer que no se ha dado por vencido. Todo lo que le faltó en París lo mostró con creces. Empezando por la seguridad y la confianza y terminando por la puntería delicada y a la vez brutal de Messi y Neymar. El argentino firmó dos goles antológicos y proporcionó dos pases definitivos, uno de los cuales fue convertido por el brasileño mediante una vaselina de lujo. Rakitic y Umtiti completaron una goleada para la esperanza en un Camp Nou que ha recobrado la fe.
Unay Emery, cuyo equipo batió ayer sin brillantez y con actores secundarios al Nancy, tiene motivos para la reflexión. La distancia entre el Barça que deambuló por el Parque de los Príncipes y el de ayer es sideral. De acuerdo, el Celta no es el PSG, pero ningún equipo ha batido tantas veces al de Luis Enrique como el de Berizzo. La presión individual que practica suele perjudicar gravemente el juego de combinación del Barça. Ayer no sucedió. Es evidente que el cuerpo técnico trabajó profundamente el partido. Esse bozó una defensa de tres unidades con Sergi Roberto como comodín en las fases de contención y explotó al máximo el potencial desequilibrante de sus jugadores para desbaratar el sistema vigués.
El miércoles será otra historia. El PSG, que a diferencia del Celta presiona de manera colectiva, requerirá otras fórmulas, más trabajo de laboratorio previo. Aunque si Messi está famélico e inspirado, y el resto aplica con la intensidad necesaria, todo lo demás es relativo. “Jugar en el Barça es fácil. Cuando no sabes qué hacer se la pasas a Messi”, decía Cesc Fàbregas. La exhibición del fenómeno de Rosario comenzó
con una doble pared con Neymar y un intento desde la frontal que Sergio desvió con apuros a córner. Era el minuto 14, la primera aproximación de un Barça tiránico y tenaz. Acto seguido Luis Sárez culminó una larga carrera en solitario perseguido por tres rivales con un disparo a la base del palo. Messi recogió el rechace y volvió a enviar el esférico a la madera.
El Barça ya merecía el gol, aunque no se impacientaba, pero Gil Manzano no lo creyó así cuando dejó de sancionar un barrido de Mallo a Neymar en el área. El defensa tocó pelota en primera instancia pero terminó derribando al brasileño, que volvió a exhibir un nivel enorme, mucha chispa y participación, y fue reservado en la segunda parte. El posible error arbitral quedó en anécdota porque en la siguiente jugada Messi apresó el balón en el círculo central, se desprendió del defensor con cambios de orientación, aceleró con la oposición de Cabral y Sergi Gómez y abrió el marcador con un chut certero desde la frontal del área.
No se aceleró ni se acomodó el conjunto de Luis Enrique. Tenía la confianza y la fórmula y siguió compitiendo al mismo nivel, desequilibrando. Rafinha desentonó al acabar defectuosamente una buena penetración cuando tenía a Messi, Suárez y Neymar en posición de marcar. Le recriminaron la osadía, pero el asunto quedó olvidado en seis minutos. Lo que tardaron Messi y Neymar en facturar un gol mágico. El argentino recibió un pase vertical de Rakitic, profundizó a Neymar en el área y el brasileño convirtió la pelota en un objeto volador no identificado que esquivó mediante una prodigiosa parábola los radares del portero.
El segundo acto comenzó con una larga conducción de Sergi Roberto que el portero del Celta desbarató con la pierna en el último instante. Una declaración de intenciones que pronto se materializó con tres goles en siete minutos. Rakitic solucionó una penetración de Rafinha en el área, Umtiti marcó a pase de Leo en un córner de estrategia y Messi cerró con otra obra de arte. Partiendo desde el centro del campo penetró en el área por el flanco derecho, recortó a dos rivales y remató entre las piernas de Roncaglia. El Barça detuvo la goleada, como marcando el 5-0 para la agenda del miércoles. Goles de todas las facturas y colores, pero ante todo un juego intenso y ordenado. Así, todo es posible.
La distancia entre el Barcelona del Parque de los Príncipes y el de ayer es sideral El equipo administró el juego, el tiempo y la magia de sus ejecutores como en un ensayo general El brasileño convirtió una pelota en un objeto volador no identificable para el portero