Michelle O’Neill
Apoyo a la demanda republicana de un referéndum sobre la reunificación de la isla
CANDIDATA DEL SINN FÉIN
Tras sustituir a Martin McGuinness al frente del nacionalista Sinn Féin en Irlanda del Norte, O’Neill ha protagonizado el mejor resultado electoral de su partido, antiguo brazo político del IRA, desde que renunció a las armas en 1998.
Un gran ganador y un gran perdedor en las elecciones del Ulster. Ganador, el republicano Sinn Féin, ex brazo político del IRA, que se quedó a un solo escaño y poco más de mil papeletas de ser el partido más votado, su mejor resultado desde los acuerdos del Viernes Santo de 1998 y la posterior renuncia a las armas. Y perdedor, el Brexit.
Los católicos y nacionalistas norirlandeses se movilizaron masivamente para sustanciar la demanda de que, en vista de la ruptura del Reino Unido con Europa, la provincia necesita un estatus especial que evite el restablecimiento de una frontera con la República, proteja su economía, impida la imposición de tarifas y aranceles a la agricultura y la ganadería y salvaguarde la paz y la seguridad que tanto ha costado alcanzar. Y de que además se convoque un referéndum sobre la reunificación de la isla, una idea que es anatema para los protestantes y para el Gobierno de Theresa May.
Ese argumento fue el epicentro del programa de Gerry Adams, líder del Sinn Féin (representado políticamente tanto en Stormont como en Dublín), y a juzgar por los resultados cuenta con un amplio respaldo en los seis condados del Ulster. El porcentaje de voto del partido subió casi un 4%, mientras que el de su principal rival protestante, el DUP, brexista, caía debido en parte a la incertidumbre respecto a la relación con la UE, y en parte al escandaloso coste de un programa energético que ha enriquecido a varios empresarios con 600.000 millones de euros de los contribuyentes.
Ese asunto, a caballo entre la corrupción y la mala gestión, fue la excusa de los nacionalistas para hacer caer el gobierno y forzar la convocatoria de unas segundas elecciones en menos de un año. Según los protestantes, una burda maniobra para capitalizar la ansiedad que en la provincia suscita el Brexit, sus repercusiones económicas y el impacto psicológico de la vuelta de los controles fronterizos, las barreras, las cámaras de seguridad y las torres de observación con soldados del ejército, policías o agentes de aduanas. Lo mismo que había antes de los acuerdos del Viernes Santo y de que el Sinn Féin decidiera abandonar las armas para perseguir sus objetivos por la vía política.
Los dos grandes partidos protestantes han quedado tocados. El más moderado UUP, por permanecer completamente estancado, hasta el punto de que su líder Mike Nesbitt presentó la dimisión nada más anunciarse los resultados. Y el DUP (liderado muchos años por el reverendo Ian Paisley), porque, si bien sigue siendo por escaso margen la fuerza más votada, ha perdido el derecho de veto que tenía en la Asamblea, y que utilizó para impedir la legalización de los matrimonios homosexuales.
La primera ministra protestante Arlene Foster, líder del DUP, se encuentra bajo fuertes presiones para dimitir. El Sinn Féin, bajo la candidatura de Michelle O’Neill, se niega a gobernar con ella mientras es investigada por el escándalo energético. Y si en tres semanas ambas partes no llegan a un compromiso, Londres puede convocar otras elecciones, o suspender la autonomía por primera vez en una década.
El Sinn Féin, ex brazo político del IRA, consigue los mejores resultados desde que renunció a las armas