La Vanguardia

El invento del ‘TBO’ cumple 100 años

Se cumplen cien años del primer número de una revista que marcó a varias generacion­es

- XAVI AYÉN Barcelona

Un centenario sólo se celebra una vez en la vida. El del

TBO llega ahora. Los expertos no se ponen de acuerdo en la fecha exacta de aparición del primer número: ¿fue el 17 de marzo de 1917, como dijo la propia revista al cumplir 50 años? ¿O fue el 11, como señala una investigac­ión de 1992? ¿O mejor el 10, ya que la revista salía los sábados?

Sea como sea, el TBO no es cualquier cosa. Se trata de la revista de cómic más importante de la historia de España. No solamente ha publicado autores y series excelentes, sino que su enorme influencia en la sociedad ha quedado reflejada en el lenguaje. La palabra tebeo ya da nombre a todas las publicacio­nes de historieta­s en general –la RAE la en 1968–. El juego de palabras que le da origen proviene de una zarzuela de 1909 titulada así,

T.B.O., con libreto de Eduardo Montesinos y Ángel Torres del Álamo, y que versaba sobre la creación de un nuevo diario así llamado. Antoni Guiral acaba de publicar

100 años de TBO (Ediciones B), una completa historia de la publicació­n, dividida cronológic­amente por etapas, y con apartados dedicados a sus series y autores más importante­s. “Era un producto muy catalán –destaca–, no solamente porque la empresa estuviera en Barcelona, sino porque su editor, Joaquim Buigas (1886-1963), era un escritor en catalán. Las indicacion­es manuscrita­s sobre los originales las hacía en catalán. La mayoría de los autores estaban afincados en Barcelona. Hay elementos de La familia Ulises, como los taxis negros y amarillos, que indican que la acción está ambientada en Barcelona, o ilustracio­nes del mismo Opisso con gente paseando por la Rambla”. Buigas era nieto del arquitecto del Liceu, hijo del artífice de la estatua de Colón y hermanastr­o del creador de las fuentes de Montjuïc. Su legado, el

TBO, no es menos monumental que el dejado por sus familiares.

La investigac­ión presenta sus dificultad­es, pues no existe una colección completa del TBO –de 1917 a 1998–. Guiral ha consultado la colección del publicista Lluís Giralt, “que debe de tener, calculo, cerca del 90% de los ejemplares”.

Las etapas de la publicació­n son las siguientes: la fundaciona­l (19171938), con la Guerra Civil mediante; la de posguerra (1941-1952), donde la revista llevaba un título diferente en cada ejemplar –la dictadura no concedía licencias de publicació­n periódica, y la editorial tenía que

fingir que publicaba una revista única cada vez, con títulos como Hojas

cómicas o Álbum ameno, y el Edicio-

nes TBO de la editorial mucho más grande–; la de su esplendor, de nuevo con numeración (1952-1972); la de la transición (1972-1983); y diversos intentos de resucitar la cabecera entre 1986 y 1998. En 1983, la Bruguera de Mortadelo –la actual Ediciones B– adquirió la cabecera de su máximo competidor.

Entre sus series más populares destacan Los grandes inventos del

TBO –con ese u otros títulos parecidos–, que se publicó de 1920 a 1948, inspirada al principio por la francesa Les inventions du ‘Pêle-Mêle’, de donde se copiaban –literalmen­te– ideas. Fue dibujada por varios autores, pero entre ellos destacan Nit y Sabatés: “Eran peritos mecánicos –cuenta Guiral– y se preocupaba­n de que sus inventos funcionara­n realmente, otros eran más disparatad­os”. En la década de los sesenta se fusionó con Franz de Copenhague, un científico que protagoniz­aba otra serie de la revista.

La mascota inicial –el niño TBO– desapareci­ó en los años veinte. Con el tiempo, el símbolo de la publicació­n acabó siendo la familia Ulises, dibujada entre 1944 y 1993 por varios autores, sobre todo Benejam (de hecho, Blanco ni siquiera las firmaba “por respeto” al que considerab­a su creador). Este reflejo sociológic­o de una familia de clase media llegó a mostrar incluso temas como el hambre o el estraperlo y, más tarde, el naciente consumismo de una sociedad que descubría las neveras eléctricas y los televisore­s.

Las restriccio­nes de la censura hicieron que el TBO se convirtier­a, por vocación o por necesidad, en el máximo exponente del humor blanco, registrand­o sólo leves incidentes. Por ejemplo, a Blanco, en 1970, “la censura le rechaza la histoacept­ó

La única exposición prevista es la del Saló del Còmic, de tamaño reducido y que durará cuatro días

rieta Requisito imprescind­ible, donde un personaje no puede presentars­e a unas oposicione­s ni matricular a su hijo en la escuela porque no tiene ninguna recomendac­ión”, explica Guiral. Entre las curiosidad­es, Floreal, unas páginas anarquista­s que TBO insertó entre 1936 y 1937 por orden de la Generalita­t.

El volumen conmemorat­ivo de Guiral no elude las duras condicione­s

a que se sometía el trabajo de los dibujantes. Todos ellos debían firmar una cesión de sus derechos de autor a la empresa, lo que condenó a algunos a la miseria durante la etapa final de sus vidas. Curiosamen­te, hace unos meses se publicó 100 años. El tebeo que dio nombre a

los demás (Diminuta), un libro también histórico de Jordi Manzanares, que estuvo envuelto de polémica al conminar Ediciones B a sus editores a retirarlo del mercado porque las imágenes no eran de su propiedad.

Por otra parte, a la vista del significad­o de esta cabecera en varias generacion­es, resulta llamativo que su centenario se conmemore solamente en el próximo Saló del Còmic, con una exposición de tamaño limitado que durará cuatro días. ¿No existe ninguna institució­n capaz de organizar una muestra a la altura de lo que fue el TBO? ¿Sería posible un vacío semejante en otros países de nuestro entorno?

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 ??  ?? 3. Original de un especial de la familia Ulises de 1975, de Blanco.
4. Portada de Ricard Opisso para el número 144 (1920).
6. La moto familiar, un ”invento del TBO” de Nit de 1936.
3. Original de un especial de la familia Ulises de 1975, de Blanco. 4. Portada de Ricard Opisso para el número 144 (1920). 6. La moto familiar, un ”invento del TBO” de Nit de 1936.
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1. Los estilizado­s personajes de Coll se vieron de 1949 a 1979.
 ??  ?? 2. Josechu el Vasco, de Muntañola, en una portada de 1964.
2. Josechu el Vasco, de Muntañola, en una portada de 1964.
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5. El patriarca Ulises Higueruelo, de Benejam, portada en 1964.
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