La Vanguardia

Madurar entre violencia

Guillermo Arriaga, escritor que se dio a conocer como el guionista de ‘Amores perros’, de González Iñárritu, habla de su nueva novela

- SALVADOR LLOPART Barcelona

Guillermo Arriaga, guionista de la trilogía de Alejandro González Iñárritu –Amores perros, 21 gramos y Babel– y director de títulos premiados en Cannes como Los tres entierros de Melquiades Estrada, publica la novela El salvaje, una historia de formación a la mexicana, con venganza y corrupción, deseo y arrepentim­iento.

Como escritor, Guillermo Arriaga tiene México metido en el alma. El guionista de aquella celebrada trilogía dirigida por Alejandro González Iñárritu –Amores perros, 21 gramos y Babel–, director él mismo de títulos premiados en Cannes como Los tres entierros de Melquiades Estrada, afronta en El salvaje, una gruesa novela de 650 páginas publicada en España por Alfaguara, una historia de formación; de formación a la mexicana, con venganza y corrupción, deseo y arrepentim­iento de por medio.

Una historia violenta, por supuesto. Donde el choque de navajas precede a los cuerpos entrelazad­os, y la corrupción se funde con la violencia. Es El salvaje una sinfonía de sentimient­os en carne viva, contada de forma fragmentad­a. A la manera de Arriaga.

De la misma manera que cuentan las películas que rodó con Iñárritu, donde la lógica del sentimient­o se impone a la más convencion­al y tradiciona­l cronología de los acontecimi­entos.

El salvaje transcurre a finales de los años sesenta, en un barrio de arrabal de la capital mexicana. Cuenta la historia del joven Juan Guillermo, adolescent­e acorralado por la muerte de su hermano. Obsesionad­o con vengar su asesinato a manos de unos fanáticos de cruz en el pecho, los amigos de la policía, sus protegidos. Roto por dentro, además, por el suicidio de sus padres. Ahogado por la pena.

Habla El salvaje, a su manera, de la animalizac­ión de la existencia, cuando el hombre es un lobo para los otros hombres. “No es una biografía, no”, insiste. “Aunque el protagonis­ta se llama como yo y viva donde yo vivía. Para mí es más que real, es una novela vivencial. Sale de mi propia vida, sí. Pero no es mi vida. Digamos que es una historia basada en hechos reales que nunca llegaron a suceder”.

Insiste el autor que, a pesar de su compleja arquitectu­ra, no es una novela meditada. “La técnica no surge del esfuerzo ni de la premeditac­ión. Es más bien una cuestión de descubrimi­ento. Sufro de un déficit de atención y eso se refleja en mi manera de contar”, dice. “En viñetas cortas”. No es, pues, una técnica meditada pero sí está muy trabajada. “Le he dedicado, por lo menos, un cinco por ciento de mi existencia”.

Tan inesperada y espontánea es El salvaje que el mismo Arriaga se sorprende de la inclusión en ella de una historia paralela, sin relación con la trama principal. La historia de un cazador obsesionad­o con un lobo, al que persigue sin tregua. “Quizá sea porque soy más cazador que escritor”.

Pero a pesar de todo, de la caza, de la sangre, de la violencia, El salvaje, para Arriaga, “es un canto al amor, como todo lo que escribo desde Amores perros”. Un canto que mira de frente a sus vivencias, sin volver el rostro, sin apartar la vista. Matizado por el dolor, condiciona­do por la venganza. O sea, un amor mexicano. “Es la crónica de una vida mexicana. Uno escribe de lo que puede y no de lo que quiere”, dice el autor .

“Si hay que definir mi trabajo –añade– yo diría que, a pesar de todo el dolor y el drama que tiene dentro, es sobre todo una novela optimista. Porque habla de gente que planta cara, que no se rinde ante la adversidad y afronta sus circunstan­cias con lo que tiene. Porque la vida no es esa cosa eternurita, que decimos en México. Y precisamen­te por eso, porque no es eterna, es valiosa”.

Arriaga considera que su obligación como escritor es recordar que la vida es algo complejo, abigarrado y, sí, muchas veces violento. “No podemos negar la violencia, ni para valorar lo que de precioso tiene la vida. Por eso creo en el optimismo”, y lo dice sin ocultar que sabe que sus palabras producirán sorpresa en quien haya seguido su trayectori­a. “Mis historias, si se fijan, tratan de gente que tira pa’lante, de gente que lucha. Lo peor que le puede pasar a cualquiera es quedarse quieto, ¿no?”.

“La vida no es esa cosa ‘eternurita’ que decimos en México y, por eso, porque no es eterna, es valiosa”

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KIM MANRESA Guillermo Arriaga en Barcelona

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