Li Keqiang advierte que el mundo entra en una etapa de convulsiones
El primer ministro chino evita por vez primera revelar el presupuesto militar
El primer ministro chino, Li Keqiang, emplazó ayer a la segunda potencia mundial a prepararse para vivir un año difícil, debido a los retos tanto internos como internacionales que deberá afrontar el gigante asiático a lo largo del 2017. Una advertencia que estuvo acompañada del anuncio de la reducción del objetivo de crecimiento económico al 6,5%, el menor desde 1990, y de la omisión, por primera vez, del gasto dedicado a defensa.
“Los acontecimientos tanto dentro como fuera de China requieren que estemos preparados para encarar situaciones más complicadas y graves”, advirtió ayer Li Keqiang, en su intervención en la apertura de la sesión anual de la Asamblea Nacional Popular (Parlamento) ante 3.000 delegados.
Detrás de esta advertencia lanzada por el premier chino se esconde la inquietud de los líderes comunistas ante los múltiples retos políticos y económicos que les aguardan este año. Unos desafíos provocados por la incertidumbre que despierta el nuevo presidente de EE.UU., Donald Trump, pero también por las elecciones en Holanda, Francia y Alemania y las negociaciones para la salida del Reino Unido de la UE.
A la incertidumbre internacional se une también la política interna china, ya que el Partido Comunista celebrará en otoño una reunión decisiva de su comité central. Un cónclave en el que se renovará la cúpula dirigente para los próximos cinco años, lo que supone un año de frenéticas luchas internas. La reunión reforzará el liderazgo del actual presidente, Xi Jinping, y debería confirmar a Li en el puesto de primer ministro, pero incluirá el cambio de los restantes cinco miembros del núcleo dirigente.
El agitado panorama político afectará a la situación económica internacional y repercutirá en la marcha de la economía china, lo que impulsó a Li Keqiang ayer a dibujar un horizonte continuista en los objetivos para este año.
En un discurso de 105 minutos, subrayó la voluntad de seguir contribuyendo al orden mundial y de oponerse a “cualquier tipo de proteccionismo”, ante la ola antiglobalización encabezada por Trump. No dejó pasar la ocasión, por otra parte, de advertir a Hong Kong de que “la noción de independencia no conducirá a ninguna parte” y a Taiwan de que Pekín “no tolerará ninguna actividad que trate de dividir a la patria”.
En su intervención, Li lanzó un guiño a las fuerzas armadas. Prometió reforzar las defensas aérea y marítima del país y “apoyar los esfuerzos para profundizar la reforma de la defensa nacional y las fuerzas armadas, con el fin de construir una defensa sólida (...) acorde con la posición internacional de China y adecuada a nuestros intereses de seguridad nacional y desarrollo”.
Pero al mismo tiempo, en una medida muy inusual, Li silenció el presupuesto de defensa. Es la primera ocasión en la que un mandatario chino omite cuantificar el gasto militar. Un dato que la víspera había adelantado la portavoz del Legislativo, Fu Ying, al señalar que crecería en torno a un 7% respecto al 2016.
Esta tasa de aumento del presupuesto militar se situaría ligeramente por encima del objetivo de crecimiento económico previsto para este año. “La meta es lograr un crecimiento de alrededor del 6,5 %, o más alto si es posible en la práctica”, subrayó Li. Una previsión que confirma el ritmo de crecimiento del PIB de China más bajo desde 1990.
Para alcanzar este objetivo, el primer ministro confía en el papel dinamizador del sector público y el éxito de las reformas estructurales pendientes. Señaló que para este año, Pekín prevé invertir casi 360.000 millones de euros en obras de infraestructuras, así como avanzar en las reforma del sector financiero, las empresas estatales y la función del Gobierno en la economía para dar al mayor protagonismo al mercado. Y abogó, asimismo, por abordar sin más dilación los problemas de la reducción del exceso de capacidad industrial y el endeudamiento de las empresas.
El premier destacó, asimismo, la voluntad de generar más empleo y elevó el objetivo anual hasta los once millones de puestos de trabajo urbanos, un millón más que en los últimos ejercicios.
Unos retos económicos que las autoridades chinas pretenden alcanzar con una política monetaria “prudente” y una política fiscal “proactiva”, subrayó Li.
China prevé que su economía crezca este año un 6,5%, el objetivo más bajo desde el año 1990