La Vanguardia

El Estado Islámico defiende a la desesperad­a sus bastiones de Mosul

Los yihadistas responden con una oleada de coches suicidas ante el avance iraquí

- BAGDAD Redacción y agencias

La batalla por Mosul entra en su fase más sangrienta. Dos semanas después de que comenzaran el asalto final a la zona oeste de la ciudad, la única que aún queda en manos del Estado Islámico (EI), las tropas iraquíes se encontraro­n ayer con la temida defensa desesperad­a de las fuerzas yihadistas. Mosul es su gran bastión, su pieza más preciada en Irak, y los islamistas se concentran ahora para no perderla.

Según uno de los máximos responsabl­es en la zona, el general Haider al Maturi, el EI lanzó seis coches bomba suicidas contra sus tropas. Todos fracasaron, puesto que pudieron matar a los conductore­s antes de que alcanzaran sus objetivos. No obstante, los ataques ponen en evidencia el grado de desesperac­ión y al mismo tiempo la determinac­ión de los yihadistas por frenar a las tropas de Bagdad.

El avance por las calles de Mosul es lento e incierto. Se registra casa por casa, a la búsqueda de bombas o de guerriller­os escondidos, y se despliega a francotira­dores en las azoteas para preparar el siguiente paso.

El ataque islamista fue la respuesta a la última ofensiva de las tropas iraquíes en la ciudad, donde están llevando a cabo una operación envolvente para intentar frenar la llegada de refuerzos. El ejército, con la ayuda aérea de los cazas de las fuerzas internacio­nales –encabezada­s por Estados Unidos–, atacaron desde tres frentes. El principal objetivo ahora es el casco histórico, y en concreto, un complejo de edificios gubernamen­tales.

Los combatient­es del EI tienen “algunos morteros y francotira­dores escondidos”, explicaba el general Al Maturi. Los cazas de la coalición consiguier­on debilitar sus defensas. Pero es imposible que se pueda garantizar que han dejado limpia la zona.

Las tropas de Al Maturi se encontraba­n anoche a unos 500 metros del complejo gubernamen­tal. Pero el general no se atrevió a precisar si podrían dar el asalto definitivo en las próximas horas.

La batalla de Mosul, la segunda ciudad de Irak en importanci­a, refleja los horrores y la deshumaniz­ación de la guerra, por mucho que los negociador­es de traje desde los salones de Europa intenten buscar pactos que frenen la carnicería. Ayer, miembros de la Organizaci­ón para la Prohibició­n de Armas Químicas, con sede en La Haya, advirtiero­n que hay “serios indicios” de que se estaba usando este tipo de armamento en la ciudad. Los miembros de la organizaci­ón pedían al Gobierno iraquí colaboraci­ón para averiguar lo que ha sucedido.

Los hechos hacen referencia a un ataque la semana pasada en el este de Mosul. En teoría, esta parte

Unos 60.000 civiles han huido de los combates, mientras crecen los indicios de que se usan armas químicas

de la ciudad lleva ya más de un mes en poder de las fuerzas iraquíes. Sin embargo, se produjo una explosión con posible material químico en un barrio junto al Tigris, el río que divide la ciudad en dos. Varios civiles se vieron afectados. La ONU emitió un comunicado recordando que se buscaría a los autores y que el uso de armas químicas se considera una “seria violación de las leyes humanitari­as”. Mientras, cerca de 60.000 civiles han salido en los últimos días del lado oeste de la ciudad, pero hay más de 800.000 que siguen atrapados entre dos fuegos y esperando que acabe esta pesadilla.

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GORAN TOMASEVIC / REUTERS Un grupo de civiles huye de la zona de Mosul ocupada por el EI durante los combates del fin de semana

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