Ciudadanos diseña un plan para “existir” en el País Vasco y Galicia
Los liberales no tienen representación en cinco parlamentos autonómicos
El principal e inesperado tropiezo en la expansión territorial de Ciudadanos fue su mal resultado en las autonómicas vascas y gallegas del pasado mes de septiembre, en las que quedaron muy alejados de sus expectativas iniciales y fuera de ambos parlamentos. Como tampoco pudieron en mayo del 2016 poner pie en las cámaras de Navarra, Castilla-La Mancha y Canarias.
Resultados todos ellos que desnudaron sus debilidades territoriales, fruto de un crecimiento vertiginoso desde que Albert Rivera decidiera en el 2014 dar el salto a la política española, y de unos cuadros en muchas ocasiones inexpertos en estas lides. Como evidenciaron, también, la dificultad que los liberales siguen encontrando a la hora de penetrar en algunas comunidades con una biosfera política particular.
Meses después de esa decepción en las urnas, recien cerrado el proceso congresual con una IV asamblea general de Cs que sirvió a Albert Rivera para tomar el control absoluto del partido y dejar sin voz ni voto a los sectores críticos, los estrategas liberales han decidido diseñar un plan, a cuatro años vista, para empezar a tener protagonismo en el País Vasco y Galicia y dejar de ser tras los próximos comicios autonómicos una formación extraparlamentaria.
Cs ha tomado buena nota de sus errores en el País Vasco, donde obtuvo únicamente 21.362 votos, y Galicia, con 48.103 votos, pese a que repitieron el diseño de campaña que tan buenos resultados les reportó un año antes en Andalucía, con una presencia casi diaria de Rivera, cuyo rostro fue utilizado como reclamo en todos los carteles.
“Son dos comunidades históricas en las que tenemos que articular un discurso propio, como lo hemos logrado en Catalunya, no nos basta para sacar un buen resultado la presencia de Rivera y nuestra apuesta por la regeneración democrática”, apuntan desde la sala de máquinas liberal. Es decir, mantener las líneas maestras del discurso de Cs –lucha contra la corrupción, defensa de la unidad de España, regeneración democrática, apoyo a los autónomos...– pero con las modulaciones y los matices necesarios en cada territorio.
De esta forma, esperan contrarrestar el “voto dual” y el hecho de que tanto en Galicia (133.938 votos) como el País Vasco (40.326 votos) obtuvieron mejores resultados que en las autonómicas.
Asumiendo de entrada que con su posición en contra de los privilegios
Cs apuesta por tener un discurso sensible con las singularidades de cada territorio y candidatos con arraigo
fiscales territoriales como el foro navarro y el concierto vasco no va a poder ocupar un espacio central en estas comunidades, la dirección de Cs cree que tiene margen para crecer y tener diputados. Recuerda en este sentido como UPyD, con un discurso similar respecto al concierto, sacó con Gorka Maneiro el acta de diputado por Álava.
En Galicia el obstáculo que sortear es que el perfil centrista y dialogante del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, les achica el espacio de centroderecha y retiene a un tipo de votante del PP que en otras latitudes hace tiempo se ha pasado al naranja.
Además de articular un discurso propio y con algunos matices locales, la dirección de Cs considera imprescindible la elección de unos buenos candidatos, que sean “reconocibles por su compromiso y arraigo con la sociedad en la que se presentan”. O sea, todo lo contrario que en las pasadas autonómicas con la elección de dos cabezas de cartel, Cristina Losada (Galicia) y Nicolás de Miguel (País Vasco) prácticamente desconocidos en su tierra.
No descartan para ello hacer fichajes con tiempo para que los nuevos candidatos tengan varios años por delante para rodarse, darse a conocer y no aparecer en la campaña electoral como unos meros “paracaidistas”.