Política de alta velocidad en Euskadi
El Gobierno central y el vasco acuerdan que la alta velocidad llegue a Bilbao, San Sebastián y Vitoria
En septiembre del 2016, siendo ministro de Fomento en funciones, Rafael Catalá rechazó la posibilidad de “obras faraónicas” para soterrar el tren de alta velocidad en la entrada de las tres capitales vascas. Medio año después, el panorama ha cambiado mucho. El Gobierno central y el autonómico acaban de acordar la integración de las tres estaciones en el tejido urbano, una de las principales cuestiones pendientes de resolver para encauzar los trabajos de la llamada Y vasca. La luz al final del túnel de un déficit histórico en infraestructuras en Euskadi empieza a ser visible.
El Partido Nacionalista Vasco (PNV) niega que la negociación avance porque sus votos en el Congreso pueden ser determinantes en la aprobación de los presupuestos generales del Estado, pero admite que estos pasos abonan el terreno del entendimiento. “El partido toma nota”, aseguran, lacónicos, en Sabin Etxea. Lo cierto es que o se está moviendo. Mientras Catalá y su predecesora, Ana Pastor, insistían en que las obras estarían terminadas en el 2019, el nuevo calendario compartido por las dos administraciones, más realista, reconoce ya que hasta el 2023 los vascos no disfrutarán del tren de alta velocidad (TAV), más de 30 años después de ponerse en marcha la línea Madrid-Sevilla.
Para el Ejecutivo de Iñigo Urkullu –formado por nacionalistas y socialistas–, esta inversión es un elemento central de la legislatura. Su programa de gobierno apuesta por convertir Euskadi en “la rótula del eje atlántico entre la península Ibérica y Europa”. Como el corredor mediterráneo, también el atlántico forma parte de los proyectos de transporte prioritarios de la Unión Europea hasta el 2020. Aparte de su carácter estratégico, se prevé que la nueva conexión de Vitoria, Bilbao y San Sebastián tenga un impacto positivo en el turismo, un sector cada vez con mayor peso en el PIB de la comunidad autónoma, ya sin la amenaza activa de ETA. Los estudios afirman que con la puesta en marcha del TAV, las pernoctaciones –sobre todo las escapadas de fin de semana– podrían aumentar un 9%. Hay que tener en cuenta que, según las estadísticas, sólo el 0,5% de los turistas internacionales llega al País Vasco en tren, si bien el grueso de los visitantes de fuera de España son de Francia.
La reunión entre el ministro Íñigo de la Serna –cántabro nacido en Bilbao– y la consejera vasca Arantxa Tapia para pactar el acceso ferroviario a las capitales ha coincidido con los intentos, cada vez más evidentes, del Gobierno de Mariano Rajoy por conseguir el apoyo del PNV a sus cuentas. Los nacionalistas admiten contactos “fluidos y frecuentes” con los populares y reconocen que este hecho supone un cambio respecto de las gélidas relaciones que habían mantenido los dos partidos durante el mandato anterior. Los avances en la alta velocidad –que pivotan en la negociación entre ejecutivos– “no entorpecen, sino que facilitan” un posible acuerdo entre partidos que todavía no se ha producido. La formación de Andoni Ortuzar, quien mantiene línea directa con la Moncloa, sabe que probablemente deberá posicionarse a finales de este mes, cuando el Consejo de Ministros podría aprobar los presupuestos y llevarlos al Congreso para su
El PNV “toma nota” de un acuerdo que podría propiciar su apoyo a los presupuestos generales del 2017
debate parlamentario. Para que la balanza acabe inclinándose, pesará la llamada agenda vasca, pero también una nueva actitud respecto de las decisiones que se toman en Euskadi en el ejercicio del autogobierno –es decir, rebajar el número de recursos al Tribunal Constitucional– y el compromiso con la actualización del concierto económico y la liquidación del cupo. Esta última cuestión será difícil de abordar antes de que se cierre un nuevo modelo de financiación autonómica de las comunidades de régimen común.
El PNV sabe que un pacto con el PP tiene “coste político” en el País Vasco, donde Urkullu no goza de mayoría absoluta, y por eso necesita que, llegado el momento, sea comprensible para la ciudadanía. De momento, la reunión entre los dos presidentes no tiene fecha, aunque la política entre Madrid y Vitoria empieza a circular a una velocidad razonable.