Suplir las carencias de gobiernos
Desde el año 2008, las oenegés dedicadas a la conservación de la biodiversidad sufren una situación financiera muy compleja que aún se aprecia en su funcionamiento y que ha llevado a algunas a echar el cierre.
En este momento estamos perdiendo empleos, los de cada oenegé que muere. Con ellas se van proyectos emblemáticos de conservación de especies, de hábitats singulares amenazados, acciones de investigación y de seguimiento de biodiversidad. Se pierden acciones destinadas tanto a conservar como a generar una economía verde vinculada a los espacios naturales.
Podríamos entonar el mea culpa y pensar que no destacamos por nuestra solidez financiera. Pocas tienen detrás un cuerpo de socios que respalde un presupuesto fijo. Pero algunas sí cuentan con seguidores fieles; y aunque han visto reducida su actividad, gracias a esas cuotas ingresadas cada año por sus socios han superado momentos muy complicados en los que los bancos no daban créditos y las subvenciones o ayudas destinadas a conservación del medio natural se vieron reducidas.
El éxito es no depender sólo de la Administración. Somos un sector que adolece de liquidez pero que financia políticas sociales y ambientales, y atrae fondos europeos, canaliza financiación de fundaciones privadas extranjeras y multiplica cada euro de inversión, pues esto es un requisito de los fondos con los que trabajamos.
Durante décadas las administraciones llevaban a cabo sus proyectos de conservación a través de empresas públicas y/o privadas que, pese a ser infinitamente más lentas y gravosas, suponían una forma más cómoda de hacer el trabajo.
Sin embargo, afortunadamente algunas Administraciones empiezan a comprender que las oenegés somos entidades profesionalizadas y eficientes, que nuestra labor beneficia a la sociedad, y que suplimos las carencias de algunos gobiernos que no llegan a todos los rincones de sus territorios. Creamos riqueza, empleo y, lo que es más importante, capitalizamos a nuestro país invirtiendo en un rico patrimonio natural que destaca dentro de la UE, que es base del turismo, de la gastronomía o de las empresas energéticas, pues todos dependemos de una naturaleza que genera recursos.
A. DE RÍO, coordinadora de proyectos de la Fundación Global Nature