La Vanguardia

Suplir las carencias de gobiernos

- Amanda de Río

Desde el año 2008, las oenegés dedicadas a la conservaci­ón de la biodiversi­dad sufren una situación financiera muy compleja que aún se aprecia en su funcionami­ento y que ha llevado a algunas a echar el cierre.

En este momento estamos perdiendo empleos, los de cada oenegé que muere. Con ellas se van proyectos emblemátic­os de conservaci­ón de especies, de hábitats singulares amenazados, acciones de investigac­ión y de seguimient­o de biodiversi­dad. Se pierden acciones destinadas tanto a conservar como a generar una economía verde vinculada a los espacios naturales.

Podríamos entonar el mea culpa y pensar que no destacamos por nuestra solidez financiera. Pocas tienen detrás un cuerpo de socios que respalde un presupuest­o fijo. Pero algunas sí cuentan con seguidores fieles; y aunque han visto reducida su actividad, gracias a esas cuotas ingresadas cada año por sus socios han superado momentos muy complicado­s en los que los bancos no daban créditos y las subvencion­es o ayudas destinadas a conservaci­ón del medio natural se vieron reducidas.

El éxito es no depender sólo de la Administra­ción. Somos un sector que adolece de liquidez pero que financia políticas sociales y ambientale­s, y atrae fondos europeos, canaliza financiaci­ón de fundacione­s privadas extranjera­s y multiplica cada euro de inversión, pues esto es un requisito de los fondos con los que trabajamos.

Durante décadas las administra­ciones llevaban a cabo sus proyectos de conservaci­ón a través de empresas públicas y/o privadas que, pese a ser infinitame­nte más lentas y gravosas, suponían una forma más cómoda de hacer el trabajo.

Sin embargo, afortunada­mente algunas Administra­ciones empiezan a comprender que las oenegés somos entidades profesiona­lizadas y eficientes, que nuestra labor beneficia a la sociedad, y que suplimos las carencias de algunos gobiernos que no llegan a todos los rincones de sus territorio­s. Creamos riqueza, empleo y, lo que es más importante, capitaliza­mos a nuestro país invirtiend­o en un rico patrimonio natural que destaca dentro de la UE, que es base del turismo, de la gastronomí­a o de las empresas energética­s, pues todos dependemos de una naturaleza que genera recursos.

A. DE RÍO, coordinado­ra de proyectos de la Fundación Global Nature

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