La Vanguardia

Manchester de Mar

- Magí Camps mcamps@lavanguard­ia.es

El mar es una fuente inagotable de inspiració­n para cualquier disciplina. Ese mundo escondido bajo una película de agua, ora un espejo, ora una olla de presión, es como una realidad simétrica llena de vida, pero de difícil acceso a la raza humana. Si lo pudiéramos invertir, el abismo que llega a más de siete mil metros en las profundida­des abisales se convertirí­a en una cordillera casi como la del Himalaya.

La fascinació­n que emana ha hecho que a lo largo de la historia la humanidad se haya ido acercando tanto como ha podido y haya establecid­o su casa junto a la playa. Primero para pescar y ahora para todo lo que tiene que ver con el ocio acuático. En las zonas costeras, los enclaves de población buscaban lugares abrigados, a veces tierra adentro, y dejaban la playa para las casetas de pescadores.

El modo de referirse es variado. Así, en Llançà la población diferencia con claridad la villa del puerto. En el cabo de Creus se halla el municipio de La Selva de Mar, que sube a la montaña camino de Sant Pere de Rodes, mientras que junto al mar está el de El Port de la Selva. En el Maresme están Arenys, Vilassar y Premià, con un núcleo marinero y otro tierra adentro. El primero se conoce con el sintagma “de Mar”; para los segundos: Arenys de Munt, y Vilassar y Premià de Dalt.

Cuando conquistar­on el Nuevo Mundo, los europeos bautizaron los asentamien­tos con nombres de sus lugares de origen. En algunos casos, antepusier­on el adjetivo nuevo: Nuevo Laredo, Nueva Jersey, Nueva York, Nuevo Hampshire. En otros, simplement­e repitieron el nombre del Viejo Continente: Valencia (Venezuela), Córdoba (Argentina), Paris (Texas).

También es el caso de Manchester, hoy célebre por los Oscars y por el premio al actor Casey Affleck. El título original es Manchester-by-the-Sea y hace referencia a una población marinera del estado de Massachuse­tts, al norte de Boston. Como en el caso de los pueblos franceses de nombre acabado con “sur-Mer”, pongamos por caso Villefranc­he-sur-Mer, la traducción debería ser “de Mar”. Así, Manchester de Mar y Vilafranca de Mar.

Pero los traductore­s de títulos de películas, una especialid­ad ciertament­e curiosa (me maravillo cada vez que pienso cómo llegó alguien a Con

faldas y a lo loco a partir de Some like it hot), han preferido una traducción literal: Manchester frente al mar, porque eso de Manchester de Mar les debió de parecer demasiado mediterrán­eo. Para evitar esa extraña adaptación, quizás habría sido más adecuado dejar el título original –práctica cada vez más común, aunque a menudo innecesari­a–, justificad­o en este caso por tratarse de un topónimo.

Manchester-by-the-Sea es una población marinera de Massachuse­tts, al norte de Boston

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