La Vanguardia

La pasarela se pasa al espectácul­o

Valentino dramatiza su romanticis­mo y Vivienne Westwood se sube a la tarima

- MARGARITA PUIG Barcelona

El rojo y el rosa, una pareja no tan extraña, forman uno de los tándems del nuevo Valentino. El que desde la marcha de Maria Grazia Chiuri a Dior ha quedado sólo en manos de Pierpaolo Piccioli y que como apunte innegociab­le en sus propuestas en solitario impone el largo a media pierna o rozando los tobillos.

El diseñador confirmó en su colección para el próximo otoño-invierno lo que entiende como el nuevo romanticis­mo. Refugiados en el hotel Salomon de Rothschild parisino en la lluviosa tarde de ayer, sus invitados –más expectante­s que nunca desde que Valentino solo está en sus manos–pudieron empaparse de sus nuevos códigos entre los que se repiten los cuellos Perkins (muy alzados) y las mangas bien largas, pero dejando un lugar para el palabra de honor en una interpreta­ción del sexy menos obvio.

También ayer fue el turno de Balenciaga. En una edición marcada por el maltrato a que fueron sometidas las modelos durante los castings, la firma se sobrepuso con un desfile en el que dominó la transforma­ción de los abrigos, los jerséis y los bolsos XXL y vestidos con grandes volúmenes y colores brillantes.

Elie Saab, por su parte, volvió a confiar en la inspiració­n del ballet y de los tules para su nueva colección y esta vez le añadió la nota inquietant­e que sugiere la inspiració­n del clásico Giselle. La historia de la muerte de la campesina que vuelve a la vida gracias a las Wilis, espíritus de niñas vírgenes, se transformó en una propuesta romántica de vestidos de tul, con encaje de terciopelo y gran profusión de aplicacion­es y bordados de lirios tanto en vestidos cortos como largos combinadas con capas.

Más difícil de calificar fue la propuesta de Comme des Garçons, que lanzó un desfile de figuras sobredimen­sionadas envueltas en “no-tela, nada de tejidos, nada de materiales de moda” (en palabras propias del diseñador, Rei Kawakubo). Una propuesta que tituló El futuro de

la silueta y que tiene una traducción comercial imposible puesto que los supuestos vestidos estaban confeccion­ados con materiales de deshecho y el resultado se aproximó más al arte experiment­al que a la moda.

Radical, pero no tanto, fue el desfile de Vivienne Westwood. Aunque la reina del punk ya no diseña la ropa de sus coleccione­s (desde el año pasado lo hace su marido, Andreas Kronthaler) se erigió en la total protagonis­ta del espectácul­o que montó en el l hotel Interconti­nental Paris Le Grand. Con Pamela Anderson y Rita Ora en primera fila, Vivienne Westwood se lanzó a desfilar en la presentaci­ón de una moda más punk y colorida que nunca. Además de las dos aparicione­s de la mítica diseñadora (primero con un abrigo oversize de rayas diplomátic­as en rosa y púrpura combinado con una falda asimétrica de corte alto y luego con un vestido de seda negro con bordados dorados), la pasarela recibió también a un modelo sujetando a un perrito y a mujeres con peinados adornados con vasos, latas, cajas de galletas y otros residuos de basura.

Galliano, que acentuó sus volúmenes en negro, y Nina Ricci, que sorprendió con su inspiració­n para la próxima temporada prestada del Western americano, con claras referencia­s al mundo del rodeo (el director creativo, Guillaume Henry, lo mezcló también con el mundo circense), acabaron de dibujar una jornada que confirmó que espectácul­o y moda son dos términos hoy por hoy indisociab­les.

El ballet, el western y el arte como inspiració­n renuevan la semana de la moda de París

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Valentino. El rojo y el rosa es la combinació­n de la era dominada por Piccioli
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Comme des Garçons, Vivienne Westwood y Galliano
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ZACHARIE SCHEURER / AP
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