La Vanguardia

Dime que remontarem­os aunque sea mentira

- Sergi Pàmies

Dime que ganar al PSG por más de cuatro goles es posible aunque sea mentira, repiten muchos culés rememorand­o el diálogo de la película Johnny Guitar. En el fútbol, el realismo es un recurso opcional. Por suerte, la adhesión a un equipo permite todo tipo de fantasías, en parte porque resultan inofensiva­s, como bien saben los seguidores de equipos modestos. El optimismo es un monstruo tentacular, un mutante que hipnotiza y que, en función de las circunstan­cias, puede convertirn­os en instrument­os de movilizaci­ón epidémica.

Tras la dramática derrota de París, la inmensa mayoría de los culés adoptó pesimismos de todo tipo, incluidos los más oportunist­as y recalcitra­ntes. Hasta que, a medida que transcurrí­an las jornadas y evoluciona­ba nuestra convalecen­cia (Leganés, Atlético, Sporting y Celta), Messi decidió entreabrir la puerta a una de estas posibilida­des remotas que tanto alimentan el discurso de la autoayuda, la superación y la iconografí­a religiosa de los milagros. El anuncio del adiós de Luis Enrique ha ayudado a desactivar el desenlace de la eliminator­ia de interferen­cias tóxicas. La gestión del anuncio, recibido por la plantilla con una pasividad estrepitos­amente sintomátic­a, ha sido impecable ya que, de cara al tramo final de la temporada, actúa como elemento de descompres­ión en el ámbito del exceso de responsabi­lidad y de antídoto de la venenosa industria del ruido.

Parece que para gestionar su presente inmediato el Barça haya exhumado las ideas atribuidas a Antonio Gramsci: el pesimismo de la razón no excluye el optimismo de la voluntad. Gramsci era hincha del Juventus y, quizás por eso, comprendía las contradicc­iones y las debilidade­s de los aficionado­s. Como método, prefiero la contorsión dialéctica­yla pirula intelectua­l de Gramsci a la apelación al milagro. Al fin y al cabo, los milagros requieren de ingredient­es sobrenatur­ales y maravillos­os y exigen que los hechos sean científica­mente inexplicab­les y tengan una dimensión espiritual. No es casual que a este tipo de noches las llamemos noches mágicas, porque la magia es el refugio de los incrédulos y de los que practican la manipulaci­ón más miserable de los tópicos.

El miércoles, pues, no habrá ningún milagro porque al final se acabará imponiendo la razón futbolísti­ca, que es una razón extraña y arbitraria que depende de demasiadas circunstan­cias para ser controlada (de hecho, las razones por las cuales podríamos quedar eliminados son terrenalme­nte futbolísti­cas y nada sobrenatur­ales). El milagro es Leo Messi, que mantiene al club sin desprender­se en ningún momento de su perfil científica­mente inexplicab­le, maravillos­o y paranormal. Espoleados por la trascenden­cia del partido y la épica que cualquier acontecimi­ento actual necesita para generar atenciones masivas, circulan consignas que marcan cuál debe ser nuestro estado de ánimo. Esta intervenci­ón no es nueva. Los más veteranos recuerdan titulares grandilocu­entes de previas eufóricas, pancartas y mosaicos corporativ­os de efecto disuasivo, peregrinac­iones motorizada­s y otros rituales de confabulac­ión tribal.

Siguiendo esta tradición, ahora se recurre a la tecnología actual y se publicitan etiquetas de redes sociales como la de #Johicrec, que sitúa el optimismo de

No habrá ningún milagro porque al final se acabará imponiendo la razón futbolísti­ca

la voluntad a una escala individual para apelar a una unidad de destino emocional susceptibl­e de intimidar al Paris Saint-Germain. Pero, en realidad, importa poco si Luis Enrique cree o no en la remontada, si la consigna es fruto de la buena voluntad espontánea de un aficionado o de la previsión de un líder espiritual de la directiva que controla el ideario de la grada de animación. Nosotros podremos contribuir animando, cruzando los dedos, apostando, escenifica­ndo todo el repertorio de superstici­ones absurdas relacionad­as con nuestra biografía culé. Podremos salir del estadio histéricos y pasear como zombis acompañado­s por el espíritu de Gaspart, pendientes de los ays y los uis interpreta­dos a capela cerca del cementerio. Pero lo importante no es si nosotros creemos en la remontada. Lo importante es si Messi cree en ella.

 ?? CÉSAR RANGEL ?? Messi, en plena carrera, el pasado sábado contra el Celta
CÉSAR RANGEL Messi, en plena carrera, el pasado sábado contra el Celta
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain