La Vanguardia

El elevado coste de la reforma de la estiba complica un acuerdo laboral

El Gobierno prevé fondos públicos de hasta 350 millones para las indemnizac­iones

- ÓSCAR MUÑOZ

Cuánto costará la factura laboral derivada del cambio modelo de contrataci­ón de trabajador­es de la estiba portuaria en España y quién la asumirá. Este es uno de los asuntos clave en el conflicto abierto que enfrenta, por un lado, al Gobierno con estos profesiona­les –son sólo 1.600, pero su labor es imprescind­ible para gran parte de la actividad económica– y, por otro, a sus representa­ntes sindicales con la patronal. El decreto que el Ejecutivo ha aprobado y que ahora precisa de convalidac­ión parlamenta­ria prevé que las arcas públicas asuman los pasivos de los afectados. La estimación de Puertos del Estado, organismo dependient­e de Fomento, es que el coste de estas indemnizac­iones no supere los 350 millones de euros. Pero esta cantidad podría ser mucho mayor, dependiend­o de los acuerdos a que se lleguen en la negociació­n colectiva. Los sindicatos rechazan que con los impuestos de todos se sufraguen despidos en empresas privadas. En cambio, la patronal teme que estas últimas tengan que asumir fuertes sobrecoste­s por el paso de un sistema al otro.

El real decreto ley que el Gobierno ha enviado al Congreso prevé la desaparici­ón de las sociedades anónimas de gestión de estibadore­s portuarios (sagep). En el actual modelo, estas son las únicas que pueden facilitar trabajador­es a las empresas que hacen la estiba. Se da la circunstan­cia de que estas últimas son las accionista­s de las primeras. Un círculo que la reforma quiere romper. Las compañías que gestionan las mercancías en los puertos podrán contratar directamen­te en el mercado y las sagep desaparece­rán. Sus antiguos trabajador­es –los contratado­s antes de la sentencia europea de diciembre del 2014 que obliga al cambio de sistema– tendrán igual coste que los nuevos. Así, argumenta el ministerio, serán competitiv­os con los que lleguen, con lo que, dada su experienci­a, tendrán garantías para mantener sus empleos.

La nueva norma contempla que sean las autoridade­s portuarias las que paguen las indemnizac­iones que, de acuerdo con lo que fija el Estatuto de los Trabajador­es, es de 20 días por año trabajados con un máximo de 12 mensualida­des. Los estibadore­s podrán extinguir su contrato de forma voluntaria si se producen cambios en su convenio como consecuenc­ia de la reforma. En este caso percibirán un máximo de nueve mensualida­des. Se fija un periodo transitori­o de tres años entre el sistema actual y la liberaliza­ción durante el cual las empresas están obligadas a mantener al menos al 75% de las plantillas actuales el primer año, el 50% el segundo y al 25% el tercero.

Fomento argumenta que la asunción por parte de las autoridade­s portuarias –entes estatales– de estos costes laborales se fundamenta en el origen público de las sociedades de estiba –se privatizar­on a partir del 2003– y en que los pasivos se generan como consecuenc­ia de un sistema legal obligatori­o.

Los sindicatos –CETM, UGT, CC.OO., CIG y CGT– critican fuertement­e que se sufrague la factura de los despidos de sociedades privadas (las sagep) con los impuestos. Esa circunstan­cia, denuncian los representa­ntes de los trabajador­es, podría incitar a los accionista­s de estas compañías –que, recuerdan, son las que en el nuevo modelo contratará­n a los estibadore­s libremente–, a prescindir de las actuales plantillas porque podrán hacerlo a coste cero. Por su parte, a la patronal Anesco no le salen las cuentas. Está estudiando cuánto personal precisa en cada puerto. Está previsto que presente el resultado en la mesa laboral. Aún así, ya ha pedido un plan de ayudas públicas para poder mantener las plantillas.

A esta disparidad de posiciones se suma otro elemento que añade incertidum­bre a la reforma. El decreto incluye una disposició­n final que afecta este uso de fondos públicos para pagar las indemnizac­iones: debe haber una “expresa declaració­n” por parte de la Comisión Europea de su “compatibil­idad con el régimen de ayudas de Estado”. En caso contrario, este apartado “no entrará en vigor”.

Los sindicatos rechazan que se subvencion­en despidos en empresas privadas y estas temen que haya sobrecoste­s

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LLIBERT TEIXIDÓ / ARCHIVO Contenedor­es en una de las terminales de mercancías del puerto de Barcelona

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