La esclavitud no tiene lírica
BEN Carson pasó el corte del Senado como secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano del Gobierno de Estados Unidos, aunque seguramente fue porque no le preguntaron demasiado. Carson es afroamericano, pero en su primera intervención pública demostró desconocer la historia de su país, pues calificó a los esclavos capturados en África y forzados a trabajar de sol a sol en Estados Unidos de “emigrantes”, que también tuvieron “un sueño de prosperidad” para sus familias en las tierras en las que fueron tiranizados. Carson, un neurocirujano retirado, se hizo un monumental enredo en su discurso, en el que dio a entender poco menos que los esclavos habían ido de crucero. Le hubiera bastado buscar alguna cita de Abraham Lincoln (republicano como él) para no meterse en semejante jardín, pero decidió poner lírica a la historia de la esclavitud en su país, que es una de las grandes tragedias americanas.
Carson fue rival de Donald Trump durante las primarias republicanas. Es más, llegó a encabezar las encuestas, lo que le valió duros ataques del magnate, quien le acusó de tener “un temperamento patológico” comparable a un abusador de menores. Sin embargo, estos insultos no fueron obstáculo para que el neurocirujano le brindara su apoyo al abandonar la campaña y que hace dos meses aceptara gustoso un cargo en su Administración.
La biografía política de Carson resulta, cuando menos, mejorable. Sus recetas en libros sobre la responsabilidad individual le permiten criticar los subsidios a las minorías raciales. Los reproches a Obama, acusándole de alejar a EE.UU. de su moral tradicional, llevando al país a un declive “comparable a la caída de la antigua Roma”, no funcionan como fábula, sobre todo cuando calificó la reforma sanitaria como lo peor que le había pasado al país “desde la esclavitud”. Claro que si uno confunde el esclavismo con la emigración entonces puede entenderse todo.