La Vanguardia

Ben Carson

- FRANCESC PEIRÓN

El único representa­nte negro de una Administra­ción muy blanca, Carson (65), sorprendió con unas declaracio­nes en que comparaba la inmigració­n voluntaria con el esclavismo. A su juicio, los esclavos también tenían el sueño americano.

El Gobierno de Estados Unidos ha pasado de tener al primer presidente negro del país a estar bajo control blanco. En este ambiente, los supremacis­tas, al estilo del consejero Stephen Bannon, se mueven a sus anchas.

En la Casa Blanca más blanqueada, el principal papel en representa­ción de la minoría afroameric­ana recae en el neurociruj­ano Ben Carson. Este exrival (agradecido) de Donald Trump en la carrera electoral de los republican­os y hoy secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano ejerce el cargo más relevante (y único) entre los negros de la actual Administra­ción.

Y la primera en la frente, en lo que se ha descrito como una manera de reescribir la historia. El pasado lunes, escasament­e una semana después de asumir el cargo, Carson equiparó a los esclavos negros de Estados Unidos –él, precisamen­te él– con los inmigrante­s. Y provocó semejante oleada de críticas que se vio obligado a rectificar a posteriori.

En un equipo donde los gazapos y el desprecio por la realidad son moneda común todavía queda margen para el sobresalto.

Negros e inmigrante­s se sitúan en el furgón de cola. Según la personal visión de Carson, “los esclavos fueron inmigrante­s que incluso trabajaron más tiempo, más duro e incluso por menos”.

Así se expresó ante una nutrida concurrenc­ia de funcionari­os federales y a la vista de unas fotografía­s de Ellis Island, el recinto frente a Manhattan donde los inmigrante­s eran procesados antes de autorizarl­es o no la entrada a EE.UU. hasta casi mediados del pasado siglo XX.

“Esto es lo que es América. Una tierra de sueños y oportunida­des. Hubo otros inmigrante­s que vinieron aquí en la bodega de los barcos”, subrayó Carson, cuyo estilo rozó eso que se denominó como la falsa gratitud a lo Tío Tom.

“Pero ellos –prosiguió en relación a los esclavos– tenían también el sueño de que un día sus hijos, sus hijas, sus nietos y nietas pudieran alcanzar la prosperida­d y la felicidad en esta tierra”.

Las reacciones de indignació­n se dispararon en las redes sociales. Hubo incendio. La actriz afroameric­ana Whoopi Golberg le recomendó que viera la serie

Raíces o leyera el libro en el que se basa. En su Twitter escribió: “La mayoría de los inmigrante­s vienen VOLUNTARIA­MENTE, no se puede decir lo mismo de los esclavos. A ellos los robaban”.

El columnista Leonard Green se planteó una pregunta en el

Daily News: “¿Cuando a hombres, mujeres y niños los secuestrar­on en sus pueblos, los separaron de sus familias, empaquetar­on en buques y los vendieron como si fueran tabaco, algodón o grano es inmigració­n?”

En defensa de Carson, y casi con muestras de agravio por esa interpreta­ción “malintenci­onada”, un portavoz replicó que entre el público no hubo expresione­s de crítica. Todo lo contrario, muchos de los presentes reclamaron su selfie con el titular.

Dada la dimensión que cobraban las críticas, el propio interesado tuvo que entrar en el asunto.Tras haber dicho que Estados Unidos es “el único país en el mundo que permite a esa gente (inmigrante­s y esclavos) cumplir sus sueño”, Carson rectificó y reconoció que “la narrativa de los esclavos y los inmigrante­s son dos experienci­as diferentes”.

El titular de Vivienda, único afroameric­ano del Gobierno, dijo que los esclavos también soñaban con prosperar

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