Ben Carson
El único representante negro de una Administración muy blanca, Carson (65), sorprendió con unas declaraciones en que comparaba la inmigración voluntaria con el esclavismo. A su juicio, los esclavos también tenían el sueño americano.
El Gobierno de Estados Unidos ha pasado de tener al primer presidente negro del país a estar bajo control blanco. En este ambiente, los supremacistas, al estilo del consejero Stephen Bannon, se mueven a sus anchas.
En la Casa Blanca más blanqueada, el principal papel en representación de la minoría afroamericana recae en el neurocirujano Ben Carson. Este exrival (agradecido) de Donald Trump en la carrera electoral de los republicanos y hoy secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano ejerce el cargo más relevante (y único) entre los negros de la actual Administración.
Y la primera en la frente, en lo que se ha descrito como una manera de reescribir la historia. El pasado lunes, escasamente una semana después de asumir el cargo, Carson equiparó a los esclavos negros de Estados Unidos –él, precisamente él– con los inmigrantes. Y provocó semejante oleada de críticas que se vio obligado a rectificar a posteriori.
En un equipo donde los gazapos y el desprecio por la realidad son moneda común todavía queda margen para el sobresalto.
Negros e inmigrantes se sitúan en el furgón de cola. Según la personal visión de Carson, “los esclavos fueron inmigrantes que incluso trabajaron más tiempo, más duro e incluso por menos”.
Así se expresó ante una nutrida concurrencia de funcionarios federales y a la vista de unas fotografías de Ellis Island, el recinto frente a Manhattan donde los inmigrantes eran procesados antes de autorizarles o no la entrada a EE.UU. hasta casi mediados del pasado siglo XX.
“Esto es lo que es América. Una tierra de sueños y oportunidades. Hubo otros inmigrantes que vinieron aquí en la bodega de los barcos”, subrayó Carson, cuyo estilo rozó eso que se denominó como la falsa gratitud a lo Tío Tom.
“Pero ellos –prosiguió en relación a los esclavos– tenían también el sueño de que un día sus hijos, sus hijas, sus nietos y nietas pudieran alcanzar la prosperidad y la felicidad en esta tierra”.
Las reacciones de indignación se dispararon en las redes sociales. Hubo incendio. La actriz afroamericana Whoopi Golberg le recomendó que viera la serie
Raíces o leyera el libro en el que se basa. En su Twitter escribió: “La mayoría de los inmigrantes vienen VOLUNTARIAMENTE, no se puede decir lo mismo de los esclavos. A ellos los robaban”.
El columnista Leonard Green se planteó una pregunta en el
Daily News: “¿Cuando a hombres, mujeres y niños los secuestraron en sus pueblos, los separaron de sus familias, empaquetaron en buques y los vendieron como si fueran tabaco, algodón o grano es inmigración?”
En defensa de Carson, y casi con muestras de agravio por esa interpretación “malintencionada”, un portavoz replicó que entre el público no hubo expresiones de crítica. Todo lo contrario, muchos de los presentes reclamaron su selfie con el titular.
Dada la dimensión que cobraban las críticas, el propio interesado tuvo que entrar en el asunto.Tras haber dicho que Estados Unidos es “el único país en el mundo que permite a esa gente (inmigrantes y esclavos) cumplir sus sueño”, Carson rectificó y reconoció que “la narrativa de los esclavos y los inmigrantes son dos experiencias diferentes”.
El titular de Vivienda, único afroamericano del Gobierno, dijo que los esclavos también soñaban con prosperar