La Vanguardia

Seis cabezas rinden elogio al silencio en tiempos de ruido intimidato­rio

- Nueva York. Correspons­al FRANCESC PEIRÓN

En esta época de trumpismo ,es decir, de ruido desaforado y pendencier­o, el silencio se convierte en algo esencial. Este es el punto de partida de

Silence, la exposición que bajo este título presenta sobre el trabajo de Jaume Plensa en la galería Lelong, en el barrio neoyorquin­o de Chelsea. “En un mundo con tanto ruido, de conflicto, de dolor, el artista ha creado una sala perfecta para el silencio, que nos hace pensar y sentir profundame­nte”, dice Mary Sabbatino, vicepresid­enta de la galería. La idea estructura­l consiste en apostar por lo contrario a la imposición de esas muchas voces que se cruzan en un contexto intimidato­rio.

La galería se ubica justo casi debajo de la High Line, ese parque elevado que supuso la recuperaci­ón urbanístic­a de una obsoleta vía ferroviari­a industrial.

Ahí se atisba un punto de conexión con el trabajo de Plensa para esta muestra. Consiste en seis cabezas, dispuestas unas frente a otras componiend­o una especie de triángulo, de otras tantas jóvenes de Asia, Europa y América Latina –todas conocidas para el escultor– que se hallan en tránsito: de adolescent­es a mujeres. Las piezas, expresión típica del estilo

con el que explora el retrato contemporá­neo, están construida­s en madera.

Pero no es material nuevo, reluciente en su finura. No: se trata de madera procedente de la estructura de un viejo edificio. Sabbatino considera que más que reciclaje se trata de transforma­ción. En esas figuras, apoyadas sobre vigas del mismo inmueble, como si emergieran de su profundida­d y las coronasen, se observan las hendiduras, las fisuras que el paso del tiempo dejó por el uso original de la madera.

“Es una transforma­ción a partir de las imperfecci­ones, que forman parte de la belleza”, sostiene la experta. “Algo físico y arquitectó­nico –insiste– se convierte en objeto de belleza. Las brechas (y señala en la frente de una de las cabezas) son como las marcas o cicatrices, las imperfecci­ones que tenemos los seres humanos. No se trata de un belleza idealizada, sino de una belleza real”.

Según el comunicado de prensa, “Plensa forja una conexión entre el espíritu y la materia, lo histórico y el presente, subrayando su búsqueda continua para entender la hermosura cotidiana”.

Para la galería Lelong, que representa a Plensa en esta ciudad, esta es la séptima muestra dedicada al creador catalán desde finales de los años noventa. Han constatado el interés creciente de su obra,que, a lo largo de estos dos decenios, ha logrado cimas importante­s de exhibición pública. En mayo del 2011 se inauguró la instalació­n de Echo, cabeza alargada de 13 metros, en el parque Madison de Manhattan y que durante tres meses cautivó a los neoyorquin­os. La echaron de menos cuando emprendió viaje.

Después, como cita el dossier de prensa, Awilda, otra testa de grandes dimensione­s, impresionó en Chicago y en Miami.

La exhibición de la Lelong, que concluye este 11 de marzo, abrió el 2 de febrero, a los pocos días de que el ruidoso Trump accediera a la Casa Blanca. Un silencio casual, pero necesario.

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LELONG Un aspecto de Silence, la obra de Jaume Plensa en Nueva York

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