...y mientras, en el Palau...
Beczala emociona en el Palau la víspera de la declaración de Millet y Montull sobre su saqueo
El Palau de la Música Catalana vive estos días una insólita realidad paralela. La casualidad ha querido que el juicio por el saqueo que sufrió la institución durante la gestión de Fèlix Millet arranque justo en el mes con mayor concentración de conciertos de gran impacto. El gran tenor Piotr Beczala hacía anoche su debut en la sala, con el público enfebrecido pidiendo un bis y otro más, pero esta mañana será otro tipo de canto el que se oirá en la Ciutat de la Justícia, cuando se siente en el banquillo Gemma Montull, la hija del que fuera director administrativo de la casa. Jordi Montull ya ha pactado con la Fiscalía un acuerdo para intentar rebajar la condena de su hija a cambio de desvelar el desvío de fondos hacia CDC.
La actual plantilla del Palau, incluida su presidenta, Mariona Carulla, que está también citada a declarar como testimonio en calidad de vicepresidenta en tiempos de Millet, puede alegrarse de andar tan ocupada como para no tener tiempo ni para pensar. Esta semana desembarcan en la sala modernista Gustavo Dudamel y su Orquesta Simón Bolívar, con el reto de la integral de las sinfonías de Beethoven (cinco conciertos en cuatro días). El rutilante director de orquesta no podía ser más oportuno: dejad que los focos se acerquen a mí.
El Palau seguirá muy ocupado con Dudamel los días siguientes: el Orfeó viaja a Madrid junto al venezolano para interpretar la 9.ª Sinfonía –de Beethoven, claro– y celebrar así su 125.º aniversario. El siguiente domingo, la estrella que desvíe la atención del caso Palau será Pinchas Zukerman, artista vinculado históricamente a Ibercamera pero al que Palau 100 le ha echado el lazo. Y eso no es todo: al día siguiente, lunes, será Yuja Wang la que sin duda registre un lleno absoluto, mientras en las postrimerías de este agitado marzo Christian Gerhaher y Cecilia Bartoli serán los que entonen el canto, mientras el pianista Javier Perianes pone la guinda.
A ver, esto no es lo normal. Este marzo es para enmarcarlo en la historia de la programación del Palau. Algo que contrasta precisamente con la lánguida actividad que registraba la sala en tiempos de Fèlix Millet.
Aún así, a pesar del ajetreo es difícil mantenerse ajeno al proceso judicial.
“Si un mensaje quedó claro en una reunión que hicimos al respecto con la gente de la casa es que no debemos distraernos demasiado. El Palau se aguanta por el trabajo que hacemos cada uno de nosotros y no podemos estar pendientes de lo que pase en la Ciutat de la Justícia”, aseguraba ayer Joan Oller, director general del Palau.
A cualquiera de los turistas que asistieron ayer al magnífico recital del tenor polaco junto al inconmensurable pianista que es Helmut Deutsch –bellísimo este viaje por los mil y un estados del amor que es el ciclo de Schumann Amor
de poeta– les habría sorprendido saber que esta sala vivía hasta no hace mucho en la indigencia artística.
A la pregunta de cómo es posible que el Palau haya tirado adelante con tanta naturalidad y empuje después del saqueo, muchos meló-
Beczala ofreció hasta cuatro bises a un público enfebrecido que olvidó lo que pasaba de puertas afuera “El Palau se aguanta por nuestro trabajo, no podemos estar pendientes de los juzgados”, afirma Oller
manos que anoche habían acudido a este cicle Grans Veus señalaban como parte del secreto el hecho de que “la gente ha sabido separar lo que es la institución de una gestión concreta”.
“Es cierto: ha habido una voluntad de salvarlo más allá de nosotros”, prosigue Joan Oller, que evita entrar en detalles de cómo se están viviendo entre bambalinas el proceso judicial en una institución que cuenta con una plantilla de 110 personas, incluyendo profesores de canto, taquillas, los 20 miembros del Cor de Cambra y los 40 trabajadores de oficina. “Aquí todo el mundo, cantaires, trabajadores, socios y mecenas comparten la lectura de que el Palau ha sido una víctima, víctima de un expolio, con cantidades desviadas para otras finalidades”, añade el director general.
Mientras que la institución no se sienta atacada, su única labor, dice, es esperar la mejor de las restituciones económicas. Aunque “por prudencia” tampoco se atreve a contar a medio plazo con esos 30 millones que se esfumaron de la Fundació y el Orfeó, más los 3,5 que desaparecieron del Consorci. “Esa es la cantidad desviada, la cifra que presenta nuestra auditoría”, recuerda. “Donde sí hay un acuerdo es en que todo el dinero que se recupere irá a un fondo que se destinará a acabar de cubrir el gasto judicial, a infraestructuras y a gastos extraordinarios”, añade Oller.
La increíble voz de Beczala dejó claro anoche que, mientras sigan sonando los “Dei miei bollenti spiriti” de La Traviata, el “Pourqoui me réveiller” de Werther, o “E lucevan le stelle” de Tosca, o ese “Core’ngrato” que cerró la tanda de bises, lo que se cante en el banquillo será harina de otro costal.