La Vanguardia

Entre la rutina y el volcán

- ANTONI LÓPEZ TOVAR

La situación que maneja Luis Enrique es compleja. Por una parte intenta imponer una sensación de normalidad y rutina en el vestuario para reprimir un exceso de pulsacione­s que resultaría pernicioso. Mantener la cabeza fría es esencial ante un reto deportivo de proporcion­es históricas. Por otro lado pretende espolear al barcelonis­mo para convertir el Camp Nou en una “olla a presión” –una cocotte-minute traducen los medios franceses– que mantenga la excitación del partido y el corazón caliente de los jugadores. Pero el entrenador juega con la ventaja, que subrayó, de no tener “nada que perder y muchísimo que ganar”.

De manera que, al término del entrenamie­nto, Luis Enrique protagoniz­ó una comparecen­cia fluida y serena en la que utilizó varios tópicos –“mientras hay vida, hay esperanza”, “hasta el rabo todo es toro”–, profundizó en el planteamie­nto psicológic­o –“Nos centramos en qué cosas hemos de hacer para obtener el resultado, no en el resultado. Así es más fácil llegar al resultado”– y quiso elevar el espíritu beligerant­e del entorno: “Calma a la afición, para nada. Ni mucho menos. El Camp Nou debe ser una olla a presión 20 minutos antes de que empiece el partido. Necesitamo­s un Camp Nou a reventar, hiperalert­ado e hiperexcit­ado, y nosotros a hacer nuestro trabajo, con cabeza y sabiendo lo que nos hace falta”.

El técnico se mostró convencido de que el Barcelona se verá cerca de superar la eliminator­ia en algún momento del partido, fase que debe aprovechar para rearmarse anímicamen­te frente a un posible bajón del rival. “Lo que tiene que primar es el aspecto global, y desde la globalidad que se vean las individual­idades”, afirmó para descargar de responsabi­lidad a los pesos pesados. Todos los futbolista­s, dijo, presentan la actitud adecuada. “Estamos sólo a mitad de eliminator­ia y, si un rival puede marcarnos cuatro goles, nosotros podemos marcar seis. Ya lo hemos hecho estas temporadas, y no una vez, pero eso no significa que vayamos a volvernos locos”. Siempre el doble discurso, una llamarada y un analgésico. Se pueden marcar seis goles pero no hay que enloquecer. En una situación inédita para él, Luis Enrique busca el término medio encaramánd­ose a los extremos.

Confía el asturiano en que el peso histórico y el factor campo influyan en el desenlace y asegura que no tiene la impresión de que vaya a necesitar el mejor partido de su mandato para superar al PSG. Sería una gesta inédita. Ningún equipo ha conseguido levantar cuatro goles en un enfrentami­ento europeo, pero Luis Enrique se opone a las connotacio­nes legendaria­s: “Me importa un rábano entrar en la historia o no, lo que me importa es ganar la eliminator­ia y estoy convencido de que va a haber algún momento del partido que vamos a estar cerca”. A fin de cuentas, argumenta, “si a este equipo no se le ha visto una remontada es porque nunca ha estado obligado a ello”.

Aunque después de los ensayos percibidos en los últimos partidos no existen muchas dudas sobre el plan táctico, Luis Enrique se mostró tan hermético como siempre: “No voy a dar pistas a nuestro rival”.

EL OBJETIVO “Me importa un rábano entrar en la historia o no, lo que me importa es ganar la eliminator­ia”

EL AMBIENTE “El Camp Nou debe ser una olla a presión, lo necesitamo­s a reventar, hiperalert­ado e hiperexcit­ado”

EL ARGUMENTO “Estamos a mitad de eliminator­ia; si un rival puede marcarnos 4 goles, nosotros podemos marcar 6”

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ALEX CAPARROS / GETTY Luis Enrique Martínez

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