¿Competitivos sin formación?
El lunes tuvo lugar una solemne jornada del Consejo Catalán de la Formación Profesional. En la clausura, la titular de Ensenyament, Meritxell Ruiz, hizo varias afirmaciones contundentes: “La FP en Catalunya es de calidad”, “tenemos más de 8.000 alumnos haciendo FP dual con una inserción laboral de un 70%”, “debemos ofrecer formación a todas las personas en cualquier momento de su vida y saberlas acompañar en las diferentes transiciones”.
Uno de los problemas más importantes que tenemos como sociedad que aspira a poder sostener su Estado de bienestar, su nivel de vida y una equidad tolerable es el hecho de que una tercera parte de nuestra población activa (los que trabajan o quieren hacerlo ) tenga, como máximo, una formación básica (la ESO). Es una proporción impropia de un país europeo: en Suiza o Finlandia es un 8%, en Alemania o Austria un 10%, en Francia un 11%, en Gran Bretaña u Holanda un 12%... No es un problema de los mayores. Entre los de 30 a 34 años también supera el 30%. Afecta tanto a los autóctonos como a los inmigrantes extraeuropeos, y es una consecuencia de la locura constructora de la primera década del siglo y de la apuesta por un turismo barato y poco profesionalizado, que indujo (aquel) y sigue induciendo (este) un abandono escolar anormalmente elevado.
El caso es que en Catalunya hay 290.000 activos de entre 30 y 39 años que como máximo tienen la ESO, muchos de los cuales se ven y se verán obligados a competir por unos puestos de trabajo mal pagados y de elevada volatilidad mientras nuestra industria tiene problemas para encontrar trabajadores calificados.
La consejera es optimista sobre la formación profesional, lo que celebro y parece que está hasta cierto punto justificado. Sin embargo, desde hace mucho tiempo se repiten los informes, externos e internos, que ponen de manifiesto la disfuncionalidad que representa que las responsabilidades estén divididas entre dos departamentos de la propia Generalitat (Enseñanza y Trabajo), que ninguno de los dos trabaje por objetivos cuantificados y públicos y, finalmente, que al proyecto le falte ambición. La consejera habla de 8.000 estudiantes en formación profesional dual. Representan aproximadamente un 6% de los estudiantes potenciales. En Alemania siguen la educación dual la mitad de quienes terminan la secundaria obligatoria. Por otra parte, nadie parece consciente de la necesidad de un reciclaje masivo a aquellos cientos de miles de catalanes jóvenes atrapados en un mundo laboral de poca cualificación y baja remuneración.
Catalunya se propuso convertirse en un polo de excelencia en producción científica, y lo ha conseguido. Reducir la proporción de activos poco cualificados no debería ser más difícil de conseguir, y no es menos importante. La formación profesional debería ser una de las “estructuras de Estado” más importantes para construir un país mejor.
Reducir el número de activos poco cualificados debería ser el próximo objetivo de la economía catalana