Wikileaks vuelve a enfrentar a las empresas tecnológicas y la CIA
Los investigadores tienden a creer en una fuente interna como vía de la filtración
Wikileaks ha sembrado de nuevo el caos entre los servicios de inteligencia estadounidenses.
Cuatro años después de la gran filtración del exanalista Edward Snowden, refugiado en Moscú, el enorme boquete que ahora ha abierto la plataforma de Julian Assange supone un ataque a la reputación de la CIA y una confrontación directa con las propias empresas tecnológicas.
Estas corporaciones, sumidas otra vez en la confusión, no han esperado ni un segundo a ponerse manos a la obra a la hora de compartir información con el fin de proteger a los usuarios de las miradas más que indiscretas.
No les ha hecho falta una confirmación oficial sobre la autenticidad de las 8.700 páginas aireadas este martes. En esos documentos se explican las técnicas y herramientas que la agencia utilizó entre el 2013 y el 2016 para infiltrarse en los teléfonos inteligentes, televisores y otros aparatos electrónicos conectados a internet y convertirlos en equipos de espionaje a distancia.
No sólo eso, el pirateo a los ciudadanos les permitía incluso disponer de la oportunidad de leer los mensajes encriptados de WhatsApp, Signal y Telegram.
Los servicios de inteligencia y las fuerzas de seguridad de Estados Unidos aseguraron ayer que tuvieron conocimiento de la brecha a finales del pasado año, según Reuters. La investigación se centra en contratistas internos como la fuente de Wikileaks en la denominada brecha Vault 7.
El análisis de estos papeles sugiere que la CIA había obtenido información a partir de catorce defectos hallados en el sistema operativo iOs de los teléfonos y las tabletas de Apple. La empresa de Cupertino emitió un comunicado el martes por la noche en el que prometió reparar de inmediato esos problemas.
En ese texto, Apple subrayó que muchas de esas cuestiones de seguridad ya se habían solucionado en la última versión de su software y que trataría de arreglas los asuntos pendientes.
Otras compañías que aparecen en las filtraciones también han reaccionado. “Estamos revisando el informe”, señaló Microsoft, mientras que Samsung remarcó que “proteger la privacidad de nuestros clientes es la principal prioridad”. Según este gigante electrónico, el asunto requiere una atención urgente. Por su parte, Google todavía no había realizado un comentario respecto a la vulnerabilidad de sus Android, a los que los agentes de inteligencia les habrían detectado al menos dos docenas de fallos. En esta firma indicaron que estaban analizando el caso.
Al margen de estos intentos y promesas de reparación, la operación Vault 7 representa por sí misma una visión de la capacidad de la CIA para supervisar a los ciudadanos, cuestión que todavía se ha podido desarrollar aún más desde la fecha en que estos documentos fueron elaborados.
Habían dado pistas. En ese periodo de estos papeles, Apple se negó a cumplir la petición del Departamento de Justicia de facilitar el acceso al iPhone de uno de los pistoleros de San Bernardino (California). Sin embargo, la administración encontró una vía para piratear ese artilugio.
Las revelaciones de Wikileaks suponen confirmar algo que muchos ya sospechaban y representa un reto para las empresas tecnológicas. Tendrán la oportunidad de tapar estos agujeros, pero eso no impide pensar que se cierra el asunto. Si algo demuestran estos documentos es el esfuerzo continuo de la agencia por meter sus narices en asuntos privados.
A su vez, los analistas sostienen que el verdadero escándalo y el daño consiste en el poco cuidado que demuestran en su material.
Las compañías se ponen a trabajar para reparar los defectos que facilitan el acceso a los espías