Viajar, vivir con intensidad
Glòria Molins vendió Trip4real a Airbnb y ahora es responsable de la división Trips para toda Europa
Querido Brian, (...) felicidades de parte de una fan de vuestra gran idea. Hacedme saber si queréis abrir una oficina en España”. Glòria Molins tenía 27 años y estaba en Australia cuando en el 2011 conoció a una start-up incipiente llamada Airbnb (fundada en el 2008) y decidió enviarle al cofundador Brian Chesky un e-mail así de entusiasta. Ese fue el principio de la historia, y el final (más bien punto y seguido) es de película.
Molins se hizo emprendedora con esa inspiración: en el 2012 creó Trip4real, una plataforma de experiencias turísticas que ofrecen “anfitriones” locales. Y siguió enviando e-mails a la compañía de San Francisco (aunque ese primero, Chesky nunca se lo respondió). “Es la empresa que más admiro, las más innovadora en el sector”. Cuatro años después, en septiembre del 2016, Airbnb compró Trip4real. Antes sólo había adquirido dos start-up europeas, alemanas e inglesas. El sueño de cualquier emprendedor, pero que casi ninguno hace realidad.
La venta de Trip4real a Airbnb se firmó el 16 de septiembre. Una semana antes, el día 8, nacía Valentina, la primera hija de Molins. “Dos sueños cumplidos a la vez”.
“No ha sido una operación multimillonaria”, asegura (el importe no se hizo público). “Para comprar un piso en Barcelona y estar unos años trabajando en Airbnb”. Pero insiste: “El dinero no es la parte importante de esta historia”. Para ella, lo es haberse incorporado a Airbnb, junto a cinco de los ocho que formaban el equipo de Trip4real.
Después de la venta y del parto, Molins ha estado unos meses semidesconectada. Acaba de reincorporarse, ahora como responsable para Europa, Oriente Medio y África de Trips, la división de experiencias que Airbnb lanzó en noviembre. “Airbnb nos podía haber copiado. Pero nos han comprado. ¡Nos ha comprado Airbnb! Y ahora puedo seguir haciendo lo que más me gusta, mi idea, mi misión, con el apoyo de una gran empresa. Y me está flipando su visión, sus valores y su proximidad”.
Los viajes son el hilo conductor en la vida de Glòria Molins. Nacida en Barcelona en 1983, es hija de un doctor en Historia de arte y de la que fue directora del Palau Robert. Cuando tenía 10 años, la familia se instaló un año en Chicago: “Y allí descubrí que en el resto del mundo no comen pa amb tomàquet, que hay otras cosas”. Estudió Turismo y Publicidad y Relaciones Públicas, fue a Holanda de Erasmus, luego se instaló en Madrid para un master de marketing y trabajó dos años en HP. Y se fue a Australia, pensando en un año sabático, pero acabó trabajando para Google. Allí descubrió Airbnb... y empezó a desarrollar Trip4real durante un viaje de siete meses por el sudeste asiático (“estaba en Camboya cuando se me ocurrió el nombre y llamé a mi madre para que registrara el dominio”).
A finales del 2012, de vuelta a Barcelona, arrancó con 20.000 euros propios y un crédito Enisa. Y consiguió que Ferran Adrià y los publicistas de SCPF le pusieran 150.000 euros. “Fuimos creciendo pero llegó la travesía del desierto, se acababa el dinero y no encontrábamos más...”. En el 2014 estaba cursando el master de internet del Isdi. En un encuentro de emprendedores, conoció a Mateo Pereira, fundador de CorseGames, ahora su pareja y padre de Valentina. Esa misma semana del Mobile World Congress, también “asaltó” a Nathan Blecharczyk, cofundador de Airbnb. “Estaba tan motivada que le pedí que nos invitara a San Francisco” (y allí se dirigió todo el equipo de Trip4real). Al mismo tiempo, Molins negociaba una ronda de un millón de euros con Caixa y Kibo. “Mucha intensidad”, reconoce.
En ese viaje logró que Airbnb recomendara Trip4real, pero sólo para Barcelona (estaba en 50 ciudades), y Airbnb no renovó el acuerdo. Era mediados del 2016 cuando Molins contactó con Nathan y Brian para insistir: “Y me pusieron en contacto con su departamento de adquisiciones”.
Molins ha cambiado su escenario, mantiene la intensidad. Ahora se centra en las experiencias: una tarde de trabajo con un escultor en Poblenou, un taller de cerveza artesana en el Clot, una clase de natación con el atleta paralímpico James O’Shea. Así, en siete ciudades europeas, “y muchas que vendrán”. E igual que sucede con el alojamiento, le toca convencer y justificar el negocio colaborativo de las experiencias, donde queda aún por definir y regular. Pero eso es ya otra historia.