La Vanguardia

Y ganó la liebre.

Triunfo de un paralímpic­o keniano contratado como liebre en la Zurich Marató de Barcelona.

- SERGIO HEREDIA

Cristian Llorens abre el techo deslizante del coche y asoma medio cuerpo por encima. Viajará mirando hacia atrás, hacia los corredores. Llorens es el director deportivo del maratón. El coche irá veinte metros por delante de la cabeza de la carrera. La organizaci­ón de la Zurich Marató de Barcelona ha invitado a La Vanguardia, que seguirá la prueba desde el vehículo del director.

La experienci­a es una montaña rusa. Los acontecimi­entos se suceden en un desorden ordenado. AC/ DC brama Highway to hell y la gente del proyecto Egoísmo Positivo se divierte haciendo ver que toca la guitarra. Los atletas de Egoísmo Positivo disputan la prueba tirando de las sillas de ruedas de muchachos afectados por la parálisis cerebral. Hay decenas de grupos similares. Todos ellos salen cinco minutos antes que el resto.

David Escudé, comisionad­o de Deportes del Ayuntamien­to, conversa con los corredores. –¿Nos hace una foto? –le piden. –Claro, claro –responde. Alguien le advierte: –Señor Escudé, debe dar el pistoletaz­o de salida. –Voy, voy. Cristian Llorens dice que está atacado, pero nadie lo diría. Maneja los tiempos con soltura. Sentado en la ventanilla superior, dirige el entuerto. Habla bajito por la radio. –A ver esa valla mal puesta. –Vaya un día estupendo. Ni pizca de viento. Y una temperatur­a ideal para correr.

–¿Cómo se nos ha colado ese coche en ese paseo? ¡Que este tramo es demasiado estrecho!

En las aceras, hay cientos de espectador­es.

–¿Siempre hay tantos? –le pregunto a Llorens.

–Espérese al cruce de Tarragona con Diputació. Siempre se pone a petar –responde.

La carrera es un galimatías. Las cuatro liebres arrancan como un rayo y se llevan consigo a Sisay Mekonnen. Cruzan el primer kilómetro en 2m54s y el 5.000 en 14m43s.

–No me gusta. Nos jugamos todo a una carta. Por suerte, es Mekonnen: ya ha bajado de 2h07m (2h06m24s) –dice Llorens.

Los africanos vuelan y Llorens va preguntand­o cosas en la radio.

–¿Cómo van las mujeres? ¿Y Jaume Leiva?

Jaume Leiva no tiene su día. Aspiraba a romper la barrera de las 2h13m. Le hubiera dado el pase a los Mundiales de Londres, en agosto. No va bien. Le cuesta entrar en carrera. Se retira en el kilómetro 29.

El maratón es infame. ¿Cuántos maratonian­os fracasan ahí?

Para entonces, la carrera se ha roto delante. Han cruzado el medio maratón en 62m46s. Demasiado deprisa. Tanto, que una liebre se ha descolgado en el kilómetro 15. Mekonnen se queda. Llorens se tensa. –Y ahora ¿qué hacemos? Desde una de las motos que nos acompañan, Gerardo Prieto nos dice que las dos liebres que siguen en carrera piensan llegar. Prieto es el responsabl­e de la contrataci­ón de las estrellas internacio­nales. –Vamos a ver –dice Llorens. En cabeza quedan Jonah Kipkemoi Chesum y Jacob Cheshari Kirui. El primero debía llegar al kilómetro 30. El segundo, al 35.

Prieto tiene razón: las liebres parecen decididos. Miran hacia adelante. Se postulan al triunfo.

Chesum (28) es el más fuerte: acaba imponiéndo­se en 2h08m57s.

–¿No era usted liebre? ¿Cuándo decidió acabar? –le pregunto. –A partir del kilómetro 35. Dice que vive en Iten Town, en un pequeño apartament­o cerca de las pistas en las que se entrenan David Rudisha, Asbel Kiprop, Eliud Kipchoge o Florence Kiplagat.

–Mis padres son humildes. Granjeros. Empecé a correr en el colegio. Corro 30 kilómetros diarios: 20 por la mañana y 10 por la tarde.

Tiene una malformaci­ón en una mano, y rastros de quemaduras en la cabeza.

–Hubo un incendio en casa. Yo

MOMENTO DE DESCONCIER­TO En el kilómetro 30, el favorito Mekonnen se descolgó de las liebres, que siguieron avanzando

ACCIDENTE EN LA INFANCIA “Cuando era muy niño hubo un incendio en casa; me quemé la mano y parte de la cabeza”, dice Chesum

era muy niño. Apenas me acuerdo.

En los Juegos Paralímpic­os de Londres 2012, corrió los 1.500 m en la categoría T46. Acabó séptimo.

–Conocía este maratón. Entre mis compañeros de entrenamie­nto está Philip Kangogo. Él había ganado aquí en el 2015.

Ayer, Chesum se llevó 13.000 euros: 10.000 por la victoria y 3.000 por hacer de liebre.

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LLIBERT TEIXIDÓ
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CÉSAR RANGEL Jonah Kipkemoi Chesum cruzando la línea de meta: hasta ayer, nunca había disputado un maratón

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