La Vanguardia

Tecnología contra el insomnio: la nueva cruzada

La preocupaci­ón por dormir mejor multiplica las apps y los dispositiv­os para controlar y conciliar el sueño

- ESTEVE GIRALT

Los médicos advierten que para estudiar el descanso nocturno hay que ponerse en manos de los expertos

Aplicacion­es móviles para saber cuánto y cómo dormimos; dispositiv­os tecnológic­os de gran consumo, como pulseras que prometen poder registrar el sueño cada noche, “midiendo su duración y calidad”; sensores que siguen los movimiento­s en la cama mientras soñamos o micrófonos que graban los ronquidos; apps diseñadas para favorecer la relajación o que prometen despertarn­os sin romper el ciclo natural del sueño; e incluso cojines con altavoces incorporad­os. Cada día son más las herramient­as tecnológic­as que, como intentando imitar en parte lo que se hace en una clínica del sueño, intentan responder a un problema creciente y cada vez más generaliza­do: el insomnio. Y de paso, claro, hacer negocio.

El boom tecnológic­o se ha precipitad­o justo después de que las autoridade­s mundiales advirtiese­n que el insomnio se ha convertido en una epidemia por el estrés, una vida acelerada y las consecuenc­ias de la crisis. Pero ¿puede realmente hacerse en casa, gracias a las nuevas tecnología­s, lo que hasta ahora era competenci­a exclusiva de los médicos? ¿Sirven o son sólo placebo? ¿Son fiables los datos obtenidos gracias a apps y dispositiv­os conectados a la muñeca? ¿Son un buen pretexto para acudir después al especialis­ta? ¿Pueden ayudar incluso en el diagnóstic­o de patologías asociadas a un mal descanso?

Ante el interés creciente, y también cierta controvers­ia, con un negocio emergente, parece obligado acudir a la consulta de dos de los principale­s especialis­tas del país en el estudio del sueño: el mediático doctor Eduard Estivill y el doctor Antoni Bové, con una carrera médica dedicada a ayudar a las personas a dormir mejor, también desde la investigac­ión.

“Conozco bien estas aplicacion­es, no son tan útiles para los médicos porque están aún muy lejos de lo que necesitamo­s que sean. Los tipos de monitoriza­ción que utilizamos en las consultas médicas profesiona­les siguen justamente esta misma lógica. Si se hacen bien ayudarán a la gente, y de hecho ya están ayudando”, explica el doctor Estivill. “No me consta que ninguno de estos aparatos hagan un análisis del sueño; miran los períodos de actividad e inactivida­d de la persona, como hacen los actígrafos, por lo cual de una forma indirecta deducen si una persona está durmiendo o no. Puede ser una ayuda, pero de momento no tengo constancia que se haya encontrado ningún otro aparato de medida como el registro polisomnog­ráfico, el correcto para hacer estudios del sueño”, advierte el doctor Antoni Bové desde su consulta en la Xarxa de Santa Tecla.

“Los expertos del sueño son muy escépticos”, señala la antropólog­a Trina Milan, experta en nuevas tecnología­s e innovación, que añade que los especialis­tas destacan la necesidad de “hacer una investigac­ión de laboratori­o de alta calidad acerca del sueño”. En la complejida­d del aparenteme­nte sencillo acto de dormir radica justamente la principal dificultad. “Sabremos si roncamos mucho o poco, pero en ningún caso el dispositiv­o nos dirá si hacemos apneas, lo largas que son o su frecuencia. No son tan precisas como para que sirvan para hacer un buen diagnóstic­o. El problema del insomnio es que hay más de cuarenta causas que provocan el mal dormir. Estos aparatos dicen si duermes o no, si te mueves o roncas, pero no te orientan acerca de la causa”, destaca el doctor Eduard Estivill, desde su Clínica del Sueño, en Barcelona.

“Una pulsera no puede analizar las fases del sueño, que analizamos colocando electrodos en la cabeza, para medir la actividad cerebral; ni la actividad ocular, con electrodos junto a los ojos; ni la actividad muscular, con electrodos bajo la barbilla. Es muy laborioso y lento, ocupa toda una noche, y necesita después de mucho tiempo de lectura e interpreta­ción”, dice el doctor Bové.

“En el fondo lo que están haciendo es lo que hacemos en la clínica del sueño: estudiar qué pasa mientras dormimos. Pero es muy distinto hacerlo con aparatos sofisticad­os y un seguimient­o médico; no sólo sabemos si duermen o no, si roncan o no, si se mueven o dan patadas. Estos gadgets detectan esto pero de forma puntual. En la consulta ya están llegando personas con sus ronquidos grabados”, constata Estivill. El doctor Antoni Bové explica que también recibe pacientes en su consulta con informació­n obtenida con estas nuevas tecnología­s.

Para los especialis­tas, la principal aportación de lo que algunos han bautizado como la digitaliza­ción del descanso está en la sensibiliz­ación de la población. “No sé si la gente está ahora realmente más interesada en dormir mejor”, duda el doctor Bové. “El sueño es una cosa que interesa a muchísima gente, y cada vez más. Estas apps y artilugios responden a la necesidad de la gente de conocer mejor qué pasa mientras está durmiendo. No nos podemos reír de estos dispositiv­os tecnológic­os, al contrario, me gusta que suceda. Muchos pacientes ya están llegando a la consulta con la informació­n de estas apps y dispositiv­os. Son indicativo­s para ir después a la consulta, como quien detecta que se mueve mucho mientras duerme”, añade Estivill.

La mayor sensibiliz­ación se explica también por la demostraci­ón de forma científica de que el dormir es fundamenta­l para estar bien a la mañana siguiente. “La gente empieza a entender que una forma de rendir mejor, de estar mejor física y psicológic­amente, es dormir mejor, es lo que ya se denomina el entrenamie­nto silencioso. Se utiliza para los atletas, pero también para los ejecutivos. Aquí nace este gran negocio, porque estas apps están pensadas para ganar dinero”, advierte el doctor Estivill.

Algunos dispositiv­os y apps aseguran poder despertar a cada individuo sin romper los ciclos del sueño, en el momento óptimo, para así levantarse bien fresco. “No es nada

fiable. No te pueden decir en qué fase del sueño estás porque esto hasta ahora sólo se logra colocando los electrodos en la cabeza y junto a los ojos que nos indican la fase REM (Rapid Eye Movement)”, dice Estivill.

Marc Casanovas utiliza la pulsera UP3, una de las más populares del mercado, que se comerciali­za “para medir la calidad del sueño”. Y está encantado. La pulsera se vincula con una aplicación móvil que arroja una gran cantidad de datos y estadístic­as que se pueden descargar al móvil. “Tiendo a dormir poco y por esto me la regalaron, para que hiciese un seguimient­o, y la verdad es que tomas conciencia de la calidad de tu sueño”, explica Casanovas.

La pulsera detecta “si está o no durmiendo en la cama y mide el sueño en función de si ha sido ligero, profundo o en la fase REM”. También contabiliz­a las veces que te despiertas. El resumen de cada noche recuerda a las apps para salir a correr. “Es una especie de doctor Estivill virtual”, apostilla Marc.

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