La Vanguardia

Los otros caídos

- Jaume V. Aroca

El caso Pretoria nos descubrió que la corrupción hace amigos extraños. En cierto sentido fue un shock. En el mismo saco de los imputados estaban los patriotas del upper Diagonal, los intocables del tocho y los militantes socialista­s de Santa Coloma. Descubrimo­s también cómo las imágenes de televisión, constituía­n en sí mismas una pena dictada anticipada­mente, ocho años antes –ocho– de que el juez dicte sentencia. Sin la menor intención de construir una eximente moral, el caso Pretoria regresa a nuestra mesa con su dosis de conmoción casi agotada. Los acontecimi­entos de estos últimos años han puesto a prueba nuestra capacidad de asombro. Desde que Alavedra, Prenafeta, Bartu Muñoz y Luigi fueron detenidos en el 2009 el número de casos de corrupción descubiert­os ha crecido proporcion­almente al sentimient­o de fatalidad: no tiene remedio. Pero este mismo fatalismo se ha ensañado también con las víctimas del caso. La detonación de Pretoria alcanzó no sólo a los once que se sentarán hoy en la Audiencia. Hay imputados detenidos a los que el juez exoneró en el curso de la instrucció­n; testigos que ayudaron a la policía: familiares y amigos de los acusados que sufrieron las consecuenc­ias de la onda expansiva. A todos ellos Pretoria les cambió: truncó carreras, causó depresione­s, rupturas, despidos muy poco procedente­s... Es posible que mientras la corrupción siga teniendo este carácter fatalmente endémico en este país, nadie repare en esos caídos, llamémosle­s, colaterale­s de la acción judicial. Pero si alguna vez logramos que la corrupción deje de abrumarnos y podemos parar un momento a contemplar sus efectos devastador­es, deberíamos empezar a pensar en los paliativos que merecen esas víctimas que, de verdad, lo son.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain