El carro y los caballos
Los millones de pegatinas enviadas por Tráfico para marcar el nivel contaminante de los coches son inútiles
Las administraciones se han puesto de acuerdo en prohibir la circulación de los coches de más de 20 años dentro de un año y nueve meses. Felicidades. Pero la mala noticia –y más preocupante– es que estas mismas administraciones siguen sin dar con la alternativa a las personas afectadas por esta drástica medida y por las que vendrán en el futuro. El acuerdo institucional anunciado la semana pasada tiene un déficit fundamental. En esa gran mesa de la prohibición faltaba el Gobierno central que posee la principal llave para abordar un plan de transporte público a medio plazo. Por esta razón, el proyecto que ha presentado la Generalitat es claramente insuficiente porque no contempla soluciones eficaces para el gran problema de la movilidad metropolitana. Y el gran problema no está en el interior de Barcelona sino en el tráfico diario de entrada y salida de la ciudad. Este tráfico solo se podrá reducir cuando haya una oferta de transporte público fiable y que responda a las necesidades de la mayoría de la población. Estoy hablando de la red ferroviaria de Cercanías cuya infraestructura depende de Madrid y cuyo coste no es capaz de abordar, a día de hoy, las paupérrimas arcas de la Generalitat. Lo más triste es que siempre llegamos tarde y que vamos a poner, una vez más, el carro delante de los caballos. Por tanto, habrá prohibición antes de disponer de las alternativas con el consiguiente cabreo del personal.
El déficit de infraestructuras viene siendo uno de los principales motivos de malestar en Catalunya. Se hablaba de ello mucho antes de que estallara el fervor independentista. ¿Se acuerdan del “català emprenyat”? La desafección de Catalunya empezó en aquél momento. Han pasado diez años y la inversión en infraestructuras ha sido cercana al cero mientras que la contaminación ha ido creciendo a gran velocidad. Todos sabemos que construir un túnel o una línea de tren lleva años y, por eso, los proyectos deben realizarse ahora para llegar a tiempo y evitar mayores complicaciones a los ciudadanos. Pero desgraciadamente no está siendo así.
Las administraciones tampoco son claras con los fabricantes de coches que siguen vendiendo vehículos contaminantes como si nada ocurriera. Imagino que no quieren molestar a una industria muy importante en nuestro país, pero olvidan que la gente se puede encontrar a medio plazo con que tenga que comerse con patatas su coche cuando surjan nuevas medidas restrictivas que con toda seguridad llegarán.
Y mientras esto sucede, la administración toma decisiones extrañas. Me refiero a las famosas pegatinas que la dirección general de Tráfico ha enviado a los conductores para que sepan el nivel contaminante de su vehículo. Pues bien, estos adhesivos no servirán a la hora de controlar a los coches que quieren circular en días de alta contaminación porque esa vigilancia se efectuará a través de cámaras lectoras de matrículas que detectaran al instante el vehículo y emitirán la multa correspondiente a los que transiten sin poder hacerlo. Otro gasto de dinero público innecesario.