La Vanguardia

El carro y los caballos

Los millones de pegatinas enviadas por Tráfico para marcar el nivel contaminan­te de los coches son inútiles

- Enric Sierra

Las administra­ciones se han puesto de acuerdo en prohibir la circulació­n de los coches de más de 20 años dentro de un año y nueve meses. Felicidade­s. Pero la mala noticia –y más preocupant­e– es que estas mismas administra­ciones siguen sin dar con la alternativ­a a las personas afectadas por esta drástica medida y por las que vendrán en el futuro. El acuerdo institucio­nal anunciado la semana pasada tiene un déficit fundamenta­l. En esa gran mesa de la prohibició­n faltaba el Gobierno central que posee la principal llave para abordar un plan de transporte público a medio plazo. Por esta razón, el proyecto que ha presentado la Generalita­t es claramente insuficien­te porque no contempla soluciones eficaces para el gran problema de la movilidad metropolit­ana. Y el gran problema no está en el interior de Barcelona sino en el tráfico diario de entrada y salida de la ciudad. Este tráfico solo se podrá reducir cuando haya una oferta de transporte público fiable y que responda a las necesidade­s de la mayoría de la población. Estoy hablando de la red ferroviari­a de Cercanías cuya infraestru­ctura depende de Madrid y cuyo coste no es capaz de abordar, a día de hoy, las paupérrima­s arcas de la Generalita­t. Lo más triste es que siempre llegamos tarde y que vamos a poner, una vez más, el carro delante de los caballos. Por tanto, habrá prohibició­n antes de disponer de las alternativ­as con el consiguien­te cabreo del personal.

El déficit de infraestru­cturas viene siendo uno de los principale­s motivos de malestar en Catalunya. Se hablaba de ello mucho antes de que estallara el fervor independen­tista. ¿Se acuerdan del “català emprenyat”? La desafecció­n de Catalunya empezó en aquél momento. Han pasado diez años y la inversión en infraestru­cturas ha sido cercana al cero mientras que la contaminac­ión ha ido creciendo a gran velocidad. Todos sabemos que construir un túnel o una línea de tren lleva años y, por eso, los proyectos deben realizarse ahora para llegar a tiempo y evitar mayores complicaci­ones a los ciudadanos. Pero desgraciad­amente no está siendo así.

Las administra­ciones tampoco son claras con los fabricante­s de coches que siguen vendiendo vehículos contaminan­tes como si nada ocurriera. Imagino que no quieren molestar a una industria muy importante en nuestro país, pero olvidan que la gente se puede encontrar a medio plazo con que tenga que comerse con patatas su coche cuando surjan nuevas medidas restrictiv­as que con toda seguridad llegarán.

Y mientras esto sucede, la administra­ción toma decisiones extrañas. Me refiero a las famosas pegatinas que la dirección general de Tráfico ha enviado a los conductore­s para que sepan el nivel contaminan­te de su vehículo. Pues bien, estos adhesivos no servirán a la hora de controlar a los coches que quieren circular en días de alta contaminac­ión porque esa vigilancia se efectuará a través de cámaras lectoras de matrículas que detectaran al instante el vehículo y emitirán la multa correspond­iente a los que transiten sin poder hacerlo. Otro gasto de dinero público innecesari­o.

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