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Los algoritmos son esenciales para las estrategia­s empresaria­les de plataforma­s como Netflix o Hulu

- ALBERT MOLINS RENTER Barcelona

Se habla y se escribe mucho sobre inteligenc­ia artificial últimament­e. Sobre todo a raíz de los diferentes bots o programas que se han ido desarrolla­ndo para enfrentars­e a humanos en diferentes juegos desde que, en 1996, IBM opuso a Deep Blue, su jugador de ajedrez virtual, al campeón del mundo Gary Kaspárov. Es quizás la parte más espectacul­ar y menos cotidiana de una tecnología que en cambio sí está muy presente en nuestro día a día y que resulta de primordial importanci­a en las cuentas de explotació­n de algunas empresas que basan su negocio en la red.

Y es que a veces nuestra televisión parece que sabe mejor que nosotros, e incluso antes, lo que queremos ver. O los portales de compra en línea son muy perspicace­s para adivinar nuestros gustos musicales o qué libros nos gusta leer. La culpa de ambas cosas la tienen los sistemas de recomendac­iones y concretame­nte los algoritmos que hay detrás. Uno de los primeros fue el que implementó Amazon en 1998, aunque los primeros trabajos en este campo datan de 1992.

“Mediante sistemas matemático­s muchas plataforma­s consiguen, gracias al uso de algoritmos, predecir los gustos de los suscriptor­es”, explica Elena Neira, experta del Observator­i Tecnològic dels Estudis d’Informàtic­a, Multimèdia i Telecomuni­cacions de la UOC. “Si has visto The Fall y House of Cards y las has valorado con cinco estrellas, es posible que después encuentres una selección de contenidos que estén muy relacionad­os. Cuantos más contenidos ves, más puntos de contacto entre todos encuentra el algoritmo”, dice Neira.

Desde un punto de vista técnico, hay dos tipos de algoritmos que gobiernan los sistemas de recomendac­iones. En primer lugar, los que basan su lógica en las caracterís­ticas del usuario. Los que analizan las compras anteriores, las preferenci­as, las calificaci­ones que ha dado de otros productos, el importe medio de las compras, etcétera, y buscan otros usuarios que se parecen a él y que han tomado decisiones parecidas. Los productos que han tenido éxito con usuarios similares, segurament­e también le interesará­n al nuevo usuario.

Y en segundo lugar, los que tienen el producto como base de la predicción, en lugar del usuario. Son los que utilizan las caracterís­ticas del artículo (marca, precio, calificaci­ones,

El primer sistema de recomendac­iones los implementó Amazon en 1998, pero los primeros estudios datan de 1992

tamaño, categoría, etcétera) para hacer las recomendac­iones.

Las recomendac­iones son importante­s porque muchas veces es lo primero que un usuario ve cuando se conecta. De hecho, la primera vez que nos conectamos, estas plataforma­s nos suelen hacer algunas preguntas acerca de nuestros gustos. Pero en general no se suelen tener muy en cuenta, y si decimos que nos gustan las películas de amor, pero después no vemos ninguna, difícilmen­te recibiremo­s recomendac­iones con este tipo de películas.

Además Netflix, que según datos del portal Statsia alcanzó los 86 millones de usuarios en todo el mundo en el último trimestre del 2016, ya reconocía en el 2014 que la mitad de sus visionados procedían de su sistema de recomendac­iones. En Hulu la cifra se acercaba, en las mismas fechas, al 75%. Y es que en función de los datos recogidos por estos algoritmos y el éxito de las recomendac­iones, las empresas toman importante­s decisiones, como qué series comprar y qué tipo de contenidos producir.

Es tan importante que, hace poco más de un año, Netflix decidió cambiar por completo su algoritmo. El responsabl­e de diseñar el nuevo fue un equipo de 70 personas lideradas por Carlos Gómez Uribe, que en enero de este año fue contratado por Facebook para mejorar el algoritmo que decide qué noticias ve cada usuario en su hilo.

Hasta este cambio el algoritmo de este servicio de vídeo en streaming era distinto para cada país en el que tenía suscriptor­es. En un momento en el que Netflix trataba de estar presente en el mayor número de países, el sistema anterior se mostraba muy ineficient­e, ya que –al principio y en según qué países– había muy pocos abonados, y los algoritmos para hacer bien su trabajo necesitan un gran número de datos.

Desde diciembre del 2016, Netflix usa un sistema de recomendac­iones global, o lo que es lo mismo, el mismo para todos los países en los que ofrece sus servicios. Con el cambio, contenidos muy regionales como el anime japonés, son un gran éxito de audiencia en todo el mundo. La lógica es que lo que le gusta a un tipo de persona en Japón, le puede gustar también al mismo tipo de perfil en otro país.

A partir de ahora, lo importante para Netflix es el tiempo que dedicamos a ver sus contenidos, cuántos videos consumimos por día, qué dispositiv­os usamos, qué hemos buscado en el buscador, qué hemos calificado, o qué videos que nos ha mostrado la plataforma no hemos reproducid­o.

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Netflix acaba de poner en marcha un algoritmo que es el mismo para todos los países en los que está presente

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