La Vanguardia

El azote de los jeques

El ofensivo Mónaco mantiene a raya al PSG en Francia y amenaza al City en Champions

- Carles Ruipérez

Paciencia es una palabra que no suele venir en los diccionari­os de los nuevos ricos del fútbol, que creen en la instantane­idad y lo quieren todo al grito de ya. En su cabeza piensan que los títulos, el éxito y el pedigrí se compran con la misma facilidad que se pueden pagar mansiones, yates o islas. En cambio, paciencia es una de las palabras preferidas de Leonardo Jardim. Serenidad, tranquilid­ad y trabajo de cantera son las claves del proyecto del Mónaco, que está haciendo sudar al PSG y al Manchester City más que los jeques podían imaginarse. Los monegascos mantienen a raya a los parisinos en la Ligue 1, donde son líderes, y el miércoles reciben en el Louis II a los citizens a los que tuvieron contra las cuerdas en el Etihad en la ida (5-3). Si el Mónaco gana 2-0 estará en los cuartos de la Champions.

Con Jardim, el Mónaco no quiere correr por encima de sus posibilida­des. El entrenador portugués, de 42 años, que antes había entrenado al Braga, el Olympiacos y el Sporting Clube, no tiene las prisas de sus compatriot­as Nuno o Villas-Boas. Es tranquilo, de carácter sosegado, no parece interesado ni en el lujo ni en el poder como a Mourinho y le gusta más trabajar con gente joven que con estrellas.

Eso sí, cuando su Mónaco salta al campo se vuelve un equipo eléctrico. Intenso y físico sin balón pero con toque y vertical cuando tiene la posesión. Nada que ver con la ultradefen­siva selección portuguesa que se proclamó campeona de la Eurocopa en verano a los mandos de Fernando Santos. Así se ha convertido en el equipo más goleador en las grandes ligas, con 84 dianas en 29 jornadas. En total, ya suma 123 tantos. Y en Francia nadie ha podido ganar a los monegascos desde el 18 de diciembre para sorpresa del PSG, que se ha adjudicado los cuatro últimos campeonato­s –el de 2015-16 con 31 puntos de ventaja– y ahora ve cómo el Mónaco no da su brazo a torcer. De hecho, el club aún aspira a cuatro títulos este curso. Un salto para un club que no gana la Ligue 1 desde el 2000.

Sobre todo porque, históricam­ente, el Mónaco ha destacado por su fama de trampolín y no por su competitiv­idad. Algo que quedó claro cuando el Madrid se llevó por 80 millones a James Rodríguez, un verano antes de que el club vendiese de una tacada a Martial (United), Yannick Carrasco (Atlético), Kurzawa (PSG), Kondogbia (Inter) y Abdennour (Valencia). En su día el Barça pescó del Louis II a Giuly, Sonny Anderson o Christanva­l, con desigual rendimient­o.

La fórmula siempre fue comprar barato, vender caro y sacar talentos de su cantera, de donde salieron entre otros Trezeguet y Thierry Henry. El último diamante en bruto en brillar es Kylian Mbappe Lottin, que a los 18 años ya es la pareja de ataque de Radamel Falcao.

El colombiano, ya con los 31 cumplidos, es el capitán y el máximo realizador con 22 goles. El Tigre está reverdecie­ndo laureles pero el futuro es de Mbappe, autor de 16 dianas y que se destapó en Manchester con un compendio de velocidad, talento y exuberanci­a.

En ese descaro no está solo. Por las bandas se incorporan Thomas Lemar (21 primaveras), francés nacido en Guadalupe, y que es un diablo y el portugués Bernardo Silva (22), un bajito que se ha cocinado a fuego lento ya que lleva tres cursos en Montecarlo y cada vez es más maduro y mejor. Porque la juventud es una constante en el equipo de Jardim, que tiene hasta a ocho titulares menores de 25 años.

Pero el Mónaco, sin llegar al nivel de sus rivales, también se gasta dinero. Este verano quiso reforzar específica­mente la defensa para dotarse de solvencia. Así que se hizo con los servicios del polaco Glik, por el que pagó 11 millones al Torino, compró al lateral zurdo Mendy al Marsella por 13 millones y abonó otros 15 al Lille para fichar a Sidibé, un carrilero que ya ha debutado con la selección francesa absoluta.

El entrenador Jardim quiere unir su nombre a los de Wenger, Tigana y Puel, que fueron los últimos técnicos en llevar a los del Principado al título. O al de Deschamps, que alcanzó la final de la Champions en el 2004. Mientras tanto, se ha divertido y se ha convertido en el azote de los jeques a base de goles, de muchos goles.

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VALERY HACHE / AFP Sidibé, Germain. Bernardo Silva y Falcao abrazan a João Moutinho en el triunfo del Mónaco ante el Girondins del pasado sábado
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