Ellos también se cansan
Es la una y recibo el aviso de La
Vanguardia al móvil. Hay condena, pero sin público. La gran explanada del paseo Lluís Companys sólo se ha llenado de pompas de jabón juguetonas. Sigo su rastro haciéndome el loco, como todo el mundo, ante el pompero que espera propina. Y topo con una chica con un cartel: “Hable, que le escucho; Parlez-moi, je vous j’écoute”.
¡Qué chollo! Ni siquiera hay que darle algo, porque se trata de una performance de una escuela de teatro cercana. Le explico –y me escucha ...¡ gratis!–quedes conozco los misteriosos arcanos por los que el soberanismo llenó la plaza el otro día al empezar el juicio y hoy, en cambio, la ha dejado vacía para escuchar la sentencia.
Ella no dice nada (el ejercicio consiste en eso y supongo que hay profesores que habrán cobrado por prescribirlo).
Pero en aquel silencio...¡Veo la luz! La noticia es el vacío, pero no hay nada que incomode más que verse reflejado en él.
Así que llamo a mi amiga convergente: ¿Por qué viniste a protestar por el juicio de Artur Mas el otro día a las 8 de la mañana con aquel frío pelón y hoy con este solazo a mediodía no has venido?
“Hombre, hoy tal vez no hacía falta”, contesta contenta de que quiera saber su opinión, mientras se le escapa una risita cómplice.
Aguzo el oído, porque sin compartir esas complicidades no se pueden descifrar las entrañas del procesisme. Y remata la frase: “Nadie –y eso es noticia también– nos había dicho nada tampoco”.
“Además nos cansamos –reconoce con desmayo– porque sabemos que las movilizaciones están bien, pero lo que hay que hacer es ir a votar cuando toque.”
La estudiante del cartel asiste impávida a los razonamientos soberanistas. No es que aporte nada, pero le agradezco la paciencia ...¡ Paciencia !...¡ Otra pista!
Antes de colgar no puede evitar rematar la charla con otra astucia: “Lo que acabaría de verdad con Artur Mas no es ninguna sentencia, sino que nadie hablara de él”.
Llamó al tercer convergent. Es de base y no está para más jugaditas: “Artur Mas que se vaya; que deje de hacernos sufrir a los que le queremos y deje paso a los jóvenes”. Entonces sufro la tercera catarsis ante la joven actriz muda.
De algún modo misterioso, anticipo que me va a doler escribir eso, porque Artur Mas ya forma parte de mi vida y me cuesta renunciar a todos esos años de Telenotícies sin noticies, pero con él.