La Vanguardia

A la sombra de Maquiavelo

- Josep Maria Ruiz Simon

Tal vez no es la eminencia gris de la Administra­ción Trump, pero, desde hace semanas, se menciona a Michael Anton como una voz que deberían escuchar quienes quieren entender el pensamient­o que orienta la nueva política exterior estadounid­ense. Actualment­e Anton es el asesor de comunicaci­ones estratégic­as del presidente en el Consejo de Seguridad Nacional. American Affairs le ha publicado un artículo que, según la revista, fue escrito antes de que aceptara el cargo y que, por lo tanto, como suele decirse en estos casos aunque no sea siempre cierto, sólo refleja un punto de vista personal. El artículo se titula “America and the liberal internatio­nal order”. Y el punto de vista que expresa puede sintetizar­se en tres tesis. La primera recuerda que el orden internacio­nal liberal nació en 1945 para servir los intereses de seguridad, prestigio y prosperida­d económica de EE.UU. La segunda constata que han pasado muchos años y que los tiempos y las circunstan­cias han cambiado. Y la tercera apunta que hay que reformar el viejo orden internacio­nal liberal para adaptarlo a los intereses presentes de EE.UU.

Anton desarrolla la hoja de ruta de esta reforma y la identifica con los planteamie­ntos de Trump. En primer lugar, habría que dejar de tomar el libre

comercio como la palabra de Dios y mirar de acomodar la ideología que lo enaltece a los intereses económicos actuales de la nación. En segundo lugar, habría que repensar el sistema de alianzas, particular­mente la OTAN, que debería reformarse asumiendo que el terrorismo y la inmigració­n ilegal masiva han sustituido el comunismo como amenaza. En tercer lugar, habría que abandonar la idea de que hay que apostar por la expansión ilimitada del orden internacio­nal liberal. Anton opone esta última directriz a la doctrina de los neoconserv­adores, aún hegemónica en el establishm­ent de EE.UU. A su entender, el intervenci­onismo neocon ha convertido el orden liberal, nacido como un instrument­o, en un fin. Y ha olvidado que, aunque el orden liberal puede estar bien para el club de los países ricos, la democracia es una flor rara que no nace en todas partes y que puede ser contraria a los intereses estadounid­enses cuando su retórica se toma al pie de la letra.

Las críticas al artículo de Anton no se han hecho esperar. El experto en relaciones internacio­nales Paul D. Miller ha recordado al asesor que, aunque tenga razón sobre los objetivos del orden internacio­nal liberal, puede resultar impolítico hablar de ello tan abiertamen­te. También le ha indicado que es abusivo criticar lo que han dicho los responsabl­es políticos anteriores sin tener en cuenta el público a que se dirigían y los objetivos que se proponían en cada momento. Evidenteme­nte, Anton no desconoce que el discurso con que critica lo que los neocon decían a un público amplio coincide con el discurso que los mismos

neocon elaboraban para un público más reducido. Las razones por las cuales habla abiertamen­te de lo que otros trataban de manera más discreta se pueden buscar en Maquiavelo, de quien es un lector especialme­nte atento.

Michael Anton desarrolla la hoja de ruta de una reforma del orden internacio­nal liberal y la identifica con los planteamie­ntos de Trump

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