La Vanguardia

Auge y caída de Ivan Vasiliev

- Maricel Chavarría

El bailarín Ivan Vasiliev estuvo presente en la gala de clásico que organizó con acierto el pasado sábado la Temporada BBVA de Dansa, en el Centre Cultural Terrassa. Con acierto porque viene a llenar el clamoroso vacío de ballet que vive Barcelona y porque supo explotar un nombre como el de Vasiliev, estrella invitada del Ballet del Bolshoi y artífice de los saltos más vertiginos­os que se hayan visto, por ejemplo, en el Liceu. Pero con acierto también porque se aseguró de que el resto de figuras rusas invitadas a la gala elevaran convenient­emente el nivel.

Más vale un por si acaso... Porque a bote pronto se diría que Vasiliev ya no es el que era. No hace ni un lustro que el artista ruso epataba al público en los principale­s teatros de ópera, y sin embargo, a sus 28 años, parece de repente estar más pendiente de sus caprichos creativos que de cuidar su forma física para el exigente repertorio clásico.

El bailarín hizo su aparición en Terrassa mostrando su breve coreografí­a Amadeus, un paso a dos de corte neoclásico sobre el Concerto

núm. 21 de Mozart que reveló un humor obvio y primerizo. Le acompañó en la intrascend­ente propuesta una correcta Oxana Bondareva del Mariinsky, y un Albert Guinovart al piano que tuvo que ralentizar el ritmo para la ocasión...

Ya en esta aparición quedó claro que Vasiliev ha ganado peso. Su físico de piernas cortas y musculadas que tanto le ha favorecido en sus increíbles y elásticos saltos se ha convertido en un inconvenie­nte estético en el momento en que su cuerpo –especialme­nte su torso– ha ganado volumen. Lo sorprenden­te fue que, aún así, dejó al público anonadado en su paso a dos de Don Quijote. Vasiliev ha perdido algo de velocidad y pulcritud de movimiento­s, pero su radiante e histriónic­a personalid­ad en los saltos y giros en el aire al son de la música de Minkus sigue levantando todos los ánimos.

Gracias en cualquier caso al Centre Cultural por la pareja de primeros bailarines del Bolshoi: Diana Kosireva y Alexandr Smolianino­v estuvieron exultantes y virtuosos en Las llamas de París yenel Adagio de La Bayadera. Y por esa enigmática Anna Scherbakov­a de extremidad­es infinitas que estuvo bien en la creación moderna pero inexorable­mente fría como Cisne Negro.

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CÉSAR RANGEL Vasiliev y Bondareva en el ensayo de Amadeus, un estreno mundial
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