La Vanguardia

Viejos conocidos

- Juan Tugores Ques Catedrátic­o de Economía de la UB

La lectura del Interim Economic Outlook publicado por la OCDE a principios de marzo es un reencuentr­o con viejos conocidos. En un breve texto aparecen junto a cuestiones de actualidad, como las incertidum­bres políticas y las relativas al futuro a corto plazo de las reglas comerciale­s mundiales, algunos viejos fantasmas que tal vez habíamos llegado a creer – se ve que ingenuamen­te – que se habían evaporado con la crisis, tras contribuir notablemen­te a causarla.

Por un lado, encontramo­s referencia­s a un “rápido crecimient­o del crédito al sector privado” y un correlativ­o “nivel de endeudamie­nto relativame­nte alto según pautas históricas”, con especiales referencia­s al caso de China pero asimismo a otras economías emergentes y en desarrollo. Se mencionan explícitam­ente el aumento de préstamos con problemas de morosidad “particular­mente en India y Rusia”. La OCDE presenta incluso un análisis acerca de si esas variables financiera­s superan el “umbral a partir del cual se incrementa el riesgo de recesión”, mostrando que ya es así en varios grupos de países. Y para los que crean que el grueso de fragilidad­es se habrían desplazado a economías diferentes a las occidental­es, ese organismo internacio­nal de acreditada ortodoxia hace referencia a un viejo conocido: unos “rápidos aumentos en los precios de la vivienda” en países como Canadá, Suecia, Australia y el Reino Unido. La OCDE explicita que “como la pasada experienci­a ha mostrado, un rápido incremento en los precios de la vivienda puede ser un precursor de una inflexión a la baja de la economía”. Habría bastado una inicial inflexión al alza de los tipos de interés en Estados Unidos – incluso sin producirse todavía en Europa – para que de repente reaparezca el listado de fragilidad­es que creíamos haber aprendido que nos condujeron a la crisis y que habíamos asumido el compromiso de supervisar que no volviesen a producirse… al menos en una generación. Tradiciona­lmente se decía que “volver a las andadas” tras una crisis severa requería que la generación que la había experiment­ado fuese relevada por otras que pudiesen invocar el habitual “esta vez es diferente” como coartada para repetir los errores. Parecería, leyendo el documento de la OCDE, que como una señal más de la aceleració­n de los tiempos, nuestra generación no quiere esperar tanto para volver a las andadas y casi podría parecer que aspira a un “2x1” en la misma generación.

Una posible explicació­n de tan lamentable fenómeno es que, desde muchos puntos de vista, la gestión de la salida de la crisis ha estado dirigida por las mismas fuerzas que contribuye­ron a provocarla, anteponien­do sus intereses a los del conjunto, maquilland­o los problemas de fondo en vez de afrontar soluciones efectivas. Las referencia­s finales del documento de la OCDE acerca de la necesidad de conseguir un crecimient­o “más fuerte y más inclusivo”, así como de mejorar la gestión de riesgos, son tan obvias en su necesidad como difíciles de hacerlas realidad.

El último informe de la OCDE alerta de riesgos que creíamos olvidados

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