La justicia francesa imputa a Fillon e investiga a Macron
La distancia entre Le Pen y Macron en una final se acorta en 5 puntos
François Fillon ya está imputado por la sospecha de los trabajos ficticios de su mujer y sus hijos, con los que ingresó alrededor de un millón de euros a lo largo de una década. Los jueces le imputan desde ayer “malversación de fondos públicos” y “encubrimiento de abuso de bienes sociales”.
El candidato a la presidencia de la derecha francesa debía comparecer hoy ante los jueces, según se anunció el 24 de febrero; sin embargo, se decidió adelantar la convocatoria “en aras de la serenidad”, explicó su abogado, Antonin Lévy. Fillon se negó a declarar y se limitó a leer una declaración que decía lo siguiente: “El empleo de mi esposa como asistenta parlamentaria no fue ficticio y no corresponde a la autoridad judicial el realizar una apreciación sobre la cualidad y el tenor de ese trabajo”.
Desde que estallara el escándalo el 25 de enero, los investigadores no han encontrado indicios de que Penelope Fillon realizara un trabajo efectivo ayudando a su marido. No se le vio nunca por la Asamblea Nacional, ni nadie de su entorno ha aportado evidencia alguna. La propia Penelope desmintió en el 2007 cualquier actividad de ayudante en una entrevista grabada en vídeo y sus explicaciones posteriores al respecto no han convencido.
La consecuencia política de lo que se conoce como Penelopegate es que Fillon, que lideraba todos los sondeos y era el candidato más que probable para hacerse con la presidencia de Francia en las elecciones de abril/mayo, ha perdido diez puntos en intención de voto desde entonces y sería eliminado en la primera vuelta (23
“El empleo de mi esposa no fue ficticio y no corresponde a la autoridad judicial precisarlo”, dice
de abril), de acuerdo con todos los sondeos publicados hasta la fecha. Fillon inició la precampaña con una intención de voto del 31%, se estabilizó en un 26% cuando se conoció su muy radical programa. Luego descendió siete puntos más hasta el actual 19% como consecuencia del Penelopegate.
Con Fillon eliminado en la primera vuelta, diversos observadores y comentaristas se preguntan cuántos de sus seguidores más conservadores se pasarán al Frente Nacional en la segunda vuelta el 7 de mayo.
Tal como están las cosas, la eliminatoria de mayo se disputará entre Marine Le Pen y el europeísta de centroderecha Emmanuel Macron. La regla de oro electoral francesa hace que en una segunda vuelta siempre queda eliminada la ultraderecha, pues para un 58% de los franceses Le Pen es un peligro para la democracia. Por eso se observa con preocupación cómo Le Pen avanza en los sondeos para la segunda y definitiva vuelta: la semana pasa-
da la candidata del Frente Nacional era batida por Macron a razón de 65% contra 35%. En el último sondeo (lunes) la diferencia se había reducido en 5 puntos: 60% contra 40%.
Fillon intenta mantener una campaña normal y el lunes presentó su duro programa: grandes recortes (500.000 funcionarios y 100.000 millones en gasto público), abolición del impuesto a los más ricos, rebaja del impuesto de sociedades, una ley laboral más estricta, más apertura de la sanidad a los seguros privados, jubilación a los 65 años tras 40 de cotización, etcétera. Sin embargo, los escándalos le persiguen.
Declarado por una revista el político más chic en su vestimenta hace cuatro años, la prensa revela esta semana que el candidato recibió trajes como regalo por valor de 48.500 euros en la sastrería Arnys, una de las más caras de la rive gauche parisina. Fillon sólo reconoce regalos en trajes por 13.000 euros y ha respondido
Investigado Macron por un contrato sin concurso y Le Pen, por infravalorar su patrimonio
con un jactancioso “¿y qué?” a esta revelación. Ayer mismo el impasible imputado intervino ante una asociación de cazadores: “En esta campaña electoral en la que las balas vuelan tan bajo, les confieso que no me desagrada nada estar entre verdaderos cazadores”, dijo.
El candidato cuenta con que los escándalos acaben aburriendo al público conforme avance la campaña, pero es muy difícil que la necesaria mayoría de electores franceses apruebe la conducta de quien comenzó diciendo que se retiraría de la campaña si era imputado, continuó acusando a los jueces y a sus adversarios de complot y “asesinato político” al tiempo que asumía “errores”, y que ahora se instala en el jactancioso “¿y qué?”.
La imputación no significa culpabilidad, pero la situación no tiene precedentes: nunca un candidato a la presidencia había concurrido con tal mancha judicial en su haber. Para alguien que presumía de limpieza ante sus adversarios de la derecha y que dedicó al expresidente Nicolas Sarkozy y al ex primer ministro Alain Juppé, ambos condenados o investigados, la frase “¿Se imaginan al general De Gaulle investigado?”, es mucho.
También sus rivales Macron y le Pen se ven salpicados por asuntos de menor calado. Macron es investigado por no haber presentado a concurso un evento en Las Vegas que costó más de 380.000 euros. El candidato dice que el asunto compete a la empresa organizadora y no a él. A Le Pen se le acusa de haber infravalorado su patrimonio, pero es un asunto que data del 2015. Lo de Fillon es mucho más sangrante.