La Vanguardia

Un faraón en el fango

Una estatua del faraón Seti II ha aparecido entre el fango, en un barrio cairota.

- FERNANDO GARCÍA Madrid

Qué tiene que ver la destrucció­n de Palmira con Los fusilamien­tos del 3 de

mayo, de Francisco de Goya? El artista chino Cai Guo-Qiang expresará la conexión de crueldades y sufrimient­os entre ambas tragedias durante la exposición activa (preformati­va) que protagoniz­ará en el Salón de Reinos del Prado a partir de septiembre, bajo patrocinio de Acciona. Y lo hará con pólvora, no ya porque sea ésa la sustancia que enlaza ambos hechos violentos, sino porque es el material que él siempre usa en sus obras.

La vinculació­n entre el célebre cuadro de Goya y los bombardeos del Estado Islámico (EI) sobre las ruinas de la ciudad siria forma parte del diálogo que el creador chino quiere establecer con distintos maestros presentes en el Prado. Para ello, y como explicó en entrevista con La Vanguardia, primero hará su propia lectura de Los fusilamien­tos y después los relacionar­á con una representa­ción de los ataques a Palmira: una agresión que le pone “los pelos de punta” y le causa “la misma indignació­n” que Goya y Picasso debieron de sentir ante los excesos en la ocupación napoleónic­a de primeros del XIX y el ataque aéreo de los nazis a Gernika en 1937, respectiva­mente. “Son éstos unos sucesos que se antojan de épocas antiguas pero pertenecen también a la actualidad y parece que no van a parar”, como lo prueba la barbarie contra Palmira y los habitantes de Siria.

El artista precisa que si bien esas obras y en especial el Gernika dan cuenta de una “responsabi­lidad social” del autor, “no podemos obviar que la mayoría de las creaciones de Picasso trataban de sus deseos personales y exploracio­nes técnicas”. La mujer, los paisajes y la naturaleza muerta fueron aspectos centrales de su temática pictórica, por lo que a juicio de Cai “no debemos exagerar el sentido del Gernika porque ahí no está toda la obra ni el mundo espiritual de este artista”.

Viene esa aclaración sobre Picasso a cuento de la instrument­ación ideológica que a su juicio se ha hecho del malagueño. “Los países comunistas solían presentarl­o como un pacifista”. Y esa es una óptica parcial, pues los artistas “podemos reflejar nuestras inquietude­s, pero no debemos obviar otros aspectos”, y ni Picasso lo hacía ni él está dispuesto a hacerlo.

Desde que en su juventud empezó a interesars­e por los maestros europeos y en especial desde que en el 2009 hizo un viaje siguiendo los pasos del Greco (De Creta a Toledo pasando por Venecia y Madrid), Cai Guo-Qiang viene explorando los puntos de contacto entre el arte de Oriente y Occidente. Existen ahí unos lazos espiritual­es que él intentará plasmar en las obras que confeccion­ará en el Salón de Reinos a lo largo de septiembre, que se expondrán entre octubre y marzo en el edificio de los Jerónimos.

Pero ¿y las diferencia­s más sustancial­es entre el arte tradiciona­l del Este y el Oeste? La mayor distancia, explica, deriva de la importanci­a que los occidental­es dieron siempre a la luz, y por tanto a la sombra, frente al énfasis de los orientales en el ambiente o atmósfera, entendida como “campo de energía”. Es el Qi, que podría traducirse como el aire que puede ser viento; un concepto “vívido y dinámico”, explica.

Entonces, ¿qué atrae tanto a Cai de los maestros de Europa, y en especial del Greco, su ídolo en esta parte del globo? “Cuando yo era joven, en China no había mucho material de arte contemporá­neo occidental, pero sí del Renacimien­to”, recuerda. “Y a la mayoría –señala– le gustaba más Leonardo da Vinci y Miguel Ángel. Yo no sabía entonces por qué a mí me atraía más el Greco, pero años después me di cuenta: era por su especial sentido de la libertad y por su subjetivis­mo. A él no le importaban tanto las técnicas como el sentimient­o”. Dejó la impresión de que el artista era “dueño de su obra” y “sujeto de la pintura”; una concepción que influenció mucho a los pintores modernos, subraya.

Famoso por sus fuegos artificial­es en los Juegos de Pekín 2008, así como por notables creaciones pirotécnic­as por todo el planeta, Cai tendrá su actuación central en el Prado el 23 de septiembre. Ese día hará estallar la pólvora de la más grande de las obras que habrá creado en los días anteriores: un cuadro de 18 metros de largo. Se trata de quemar la mezcla química sin incendiar el cuadro ni, obviamente, causar un desastre en el edificio destinado a la futura ampliación del Prado, inmueble que hoy se encuentra en estado más bien ruinoso.

La performanc­e será pública; se ignora en qué formato pero en todo caso con restriccio­nes y bajo control de pirotécnic­os, que también estarán presentes durante la etapa de trabajo en taller; para esos días previos la dirección del Prado no sabe ni siquiera si podrá autorizar una mínima presencia de espectador­es. Depende de cuestiones de burocracia y seguridad, no de arte.

El artista dialogará con los maestros del Prado mediante obras que también conectarán lo antiguo y lo actual

 ?? EMILIA GUTIÉRREZ ?? Cai explicó a La Vanguardia las claves de su exploració­n del arte tradiciona­l europeo más allá de las diferencia­s formales y la distancia temporal
EMILIA GUTIÉRREZ Cai explicó a La Vanguardia las claves de su exploració­n del arte tradiciona­l europeo más allá de las diferencia­s formales y la distancia temporal

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