Ni champán ni cava: vino inglés
Una diputada ‘tory’ quiere que las embajadas británicas sólo sirvan espumoso nacional
Basta de champán, basta de cava, basta de prosecco. En la era post-Brexit, los embajadores del Reino Unido sólo servirán a los invitados en sus recepciones vino espumoso
made in Britain.
Es el sueño de una diputada por el Partido Conservador, Nusrat Ghani, que ayer presentó una propuesta de ley en la Cámara de los Comunes para obligar a las legaciones diplomáticas a servir vinos y espumosos del país. Si Donald Trump ha recuperado el “Buy American” (compra americano), ella proclama el “Drink British” (bebe británico).
Con el Reino Unido preparándose para dejar la UE, Ghani reivindicó que toca “ser imaginativo para apoyar y promover” las empresas británicas. “¿Qué mejor manera de mostrar el potencial de nuestra industria del vino que darlo a probar en nuestras 268 embajadas, altas comisiones y consulados en el mundo?”, se preguntó la diputada tory, que representa a la circunscripción de Wealden, en Sussex, una zona vinícola del sur de Inglaterra.
Antaño desprestigiado, el vino británico –inglés sobre todo, y en menor medida galés– es hoy una industria en expansión, cuya producción superó los cinco millones de botellas el 2016 y exporta a 27 países. Los espumosos suponen dos tercios del total. “El clima frío de Inglaterra es similar al de la región francesa de Champaña. Además, los famosos suelos de caliza de la Champaña se deslizan bajo París, se hunden bajo el canal y emergen en el sur de Inglaterra”, glosa un artículo de la web de vinos Snooth.
El espumoso de Sussex fue reconocido como denominación de origen hace unos meses, pero sus productores aún andan buscándole un nombre comercial para exportarlo por el mundo. Algunos lo llaman
bubbly (burbujeante) o English fizz. “Nuestra producción es sólo una fracción del total mundial, pero eso significa que tenemos un mercado a la vista. De hecho, hablando de Francia, les estamos ganando en su propio campo. El año pasado, hubo una cata en París y el vino inglés no sólo fue tomado por champán sino que derrotó a reputadas casas de champán en todos los sentidos”, aseguró ayer Ghani.
Es irónico que la impulsora de esta iniciativa sea una diputada musulmana, algo en lo que ella misma hizo hincapié. “Una de las grandes características del Reino Unido moderno es que alguien que no fue precisamente educada con una copa de champán en la mano, a diferencia de varios de sus señorías, tenga la oportunidad de promover una industria tan fantástica y floreciente”, señaló Ghani, de 44 años e hija de inmigrantes pakistaníes. Elegida en el 2015, es la primera parlamentaria musulmana tory.
Su propuesta será debatida en los Comunes, pero es poco probable que llegue a ley a menos que el Gobierno decida apoyarla.