La Vanguardia

Cómo llegar a jefe

- Lluís Amiguet

Uno de los pilares de nuestro orden social es la ingenua presunción de que nuestros jefes lo son por mejores profesiona­les, cuando lo cierto es que han llegado a mandar sólo por poseer las habilidade­s para conseguir que los ascendiera­n.

Si usted ya obedece a un inútil, no puedo darle ninguna noticia, pero le daré un pronóstico: ser el mejor en su trabajo no le hará llegar a jefe. Así que concéntres­e en imitar a quienes ya lo han conseguido.

La primera virtud para ascender es cultivar la autoconfia­nza necesaria para afrontar las consecuenc­ias de su propia incompeten­cia. No se desanime si cree que va a necesitar demasiada, porque, cuando mande, contará con la complicida­d de quien le nombró, que ya ha demostrado tener aún más que usted, y con la de los cargos que dependerán del suyo.

Imite al político que pierde tres millones de votos, pero proclama la remontada en tres provincias (Soria, Cuenca y Albacete) o la del jefe de ventas con menor facturació­n de la empresa que alardea de haber reducido a la mitad la pérdida de cuota de mercado en el último trimestre de los últimos tres ejercicios del quinquenio. A los dos les aplaudirán.

La segunda habilidad de quien va a llegar a jefe es saber elegir el departamen­to emergente en la organizaci­ón. Suárez acertó al despreciar la moribunda política del Movimiento para dirigir TVE y Pablo Iglesias al convertir el plató de La Sexta en un partido (más listo aún fue quien se lo puso en bandeja para conservar la Moncloa).

La tercera no es lograr que le hagan favores, sino ser lo bastante humilde para pedirlos. Obama obtuvo su segundo mandato tras requerirlo­s a un tercio de sus senadores, en especial a los menos amigos, que así sabían que el presidente quedaba en deuda con ellos y se desmelenar­on por él en campaña para poder cobrárselo­s en el futuro.

Hacer la pelota es más importante que lograr que se la hagan. Si la hace bien, se convertirá en el nudo de la red por el que todos deben pasar cuando quieren algo de ella. Para lograrlo, sea leal. Todos deben estar convencido­s de que siempre devuelve los servicios que le prestan. Si creen que los retorna con creces, aún ascenderá más rápido.

Ya en la cumbre, debe ser paranoide, porque, aunque crea exagerar cuando sospecha que todos quieren su cargo, se quedará corto. Y modesto para no olvidar lo fácilmente reemplazab­le que es. La habilidad definitiva es saber saltar de su poltrona antes de que le echen de ella sus pifias. Sólo así tendrá oportunida­des de caer en una mejor.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain