La Fura dels Baus repone por segunda vez en el Tívoli su ‘Carmina Burana’
El montaje, visto por 150.000 personas en todo el mundo, vuelve con 10 funciones
Es un montaje que levanta pasiones entre el público y alguna decepción entre la crítica. Pero el hecho incontestable es que es la producción que más tiempo lleva en cartel de todas las que ha creado La Fura dels Baus. Cuando en marzo pasado regresó al Tívoli esta Carmina Burana producida por Ibercamera y estrenada en el 2009 en L’Auditori y en la Quincena Musical de San Sebastián, acumulaba ya 37 funciones y 130.000 espectadores en teatros de tres continentes. Y esta vez, cuando un año más tarde el Tívoli la acoge en diez funciones más, del 16 al 26 de marzo, el montaje suma más de 60 representaciones y un público de más de 150.000 personas.
Un público que por lo general no se corresponde con el de la música clásica. Pues aunque esta cantata escenificada de Carl Orff no deja de ser una obra sinfónico-coral del siglo XX con versos sobre todo en latín, sus ricos dibujos rítmicos y su melodía pegadiza –incluido el conocido O fortuna– atraen a una audiencia más bien mainstream yno necesariamente reverente. No en vano su autor subtituló la pieza “Canciones laicas para cantantes y coristas para ser cantadas junto a instrumentos e imágenes mágicas”.
Carmina Burana combina de forma sorprendente los textos medievales de cantos de los siglos XII y XIII con la música vocal e instrumental de la primera mitad del siglo XX.
“Se trata de la pieza más popular del siglo XX. Es corta, amena y con ritmo, y precisamente por su brevedad hemos incluido esta vez al principio una pieza de ocho minutos compuesta por el propio director musical del montaje, Josep Vicent, que se titula Over-Fura y que se basa en la música antigua”, explica al teléfono Carlus Padrissa. El furero se encuentra en París ultimando una
Creación de Haydn que dedica al fallecido Gerard Mortier y cuyo estreno tendrá lugar este mayo en la nueva Seine Musicale.
“Era importante añadir algo a los 75 minutos que dura la cantata, de lo contrario teníamos que hacer demasiados bises. Y así hemos dado pie a una composición”, comenta Padrissa acerca de esta incorporación de música de Vicent. “En este momento salen los artistas a escena con incienso, tocando un instrumento de percusión con agua... mientras el coro, la Polifònica de Puig-reig lleva las maderas que usan los monjes griegos para rezar”.
El argumento de la obra facilita las cosas a Padrissa. “Es muy sencillo, es un ritual de primavera tal y como señalan los textos medievales que hablan del deshielo de las montañas de Munich y de cómo las ocasiones las pintan calvas”, apunta.
Una niña despierta a la sexualidad, se maquilla, se gusta, queda con un chico, duda, pero acaba lanzándose, pase lo que pase. “Y ahí canta el aria Dulcissime en latín, una de las más finas, un éxtasis que se convierte casi en orgasmo”, dice el furero. “Cuando se siente mujer y segura, yo la hago crecer y alzar el vuelo con una de mis famosas grúas. Habrá a quien no le guste, pero a mí me gusta trabajar con grúas. Con agua y con grúas, aunque parezca repetitivo, porque todos nos hemos pasado nueve meses en agua dentro de un útero, y en este medio nos comportamos de otro modo. ¿No dicen que se canta mejor en la ducha? Pues se trata de ir más allá”.
Vicent asume los arreglos para dos pianos y percusión en esta versión escénica reducida, con sólo diez músicos, y en la que vuelve a asumir el protagonismo la soprano Amparo Navarro, con Beatriz Díaz en el otro turno. En el papel del barítono se turnan los barceloneses Josep-Ramon Olivé y Carlos Daza, y completan el reparto el contratenor Jordi Domènech –el que interpreta al cisne en plena cocción– y la soprano y actriz Luca Espinosa.
“Me gusta usar grúas, no me parece repetitivo”, dice Carlus Padrissa a la crítica que le acusa de reciclar artilugios