La Vanguardia

Una decisión urgente

- Joaquim Llansó Nores Presidente de la Cambra de Contractis­tes d’Obres de Catalunya

La red de vías de alta capacidad, que constituye la médula de la movilidad viaria en Catalunya, tiene una longitud de 1.648 kilómetros y la forman tanto las autovías como las autopistas. En un breve periodo de tiempo las administra­ciones públicas y la sociedad en su conjunto tendrán que tomar importante­s decisiones con respecto a su mantenimie­nto y explotació­n, lo cual requerirá un debate público amplio. En el 2019 empezará la reversión de las concesione­s de autopistas que han servido para su construcci­ón y mantenimie­nto con el AP-7 entre Tarragona y València, seguida en el 2021 de tres tramos más del AP-7, el AP-2, la C-33 y parte de la C-32. Con respecto al peaje, existe una falta de armonizaci­ón del modelo que hace que haya comarcas que tienen que pagar peajes explícitos, respecto de otros que no, o que determinad­os territorio­s paguen más que otros, como es el caso de Catalunya.

Las limitacion­es derivadas de la deuda y del déficit público harán que el volumen de inversión pública en los próximos años sea bajo, insuficien­te para mantener en buen estado esta red o para emprender nuevas. Eso queda reflejado en el estudio de la Asociación Española de la Carretera, que estima que el déficit acumulado en conservaci­ón en Catalunya es de 500 millones de euros para poner a punto las infraestru­cturas viarias y que, de continuar la tendencia, no habría que hablar de mantener, sino que antes del 2020 podría ser necesario reconstrui­r parte de la red a causa del deterioro acelerado por el uso del pavimento.

Por lo tanto, se tienen que tomar decisiones. Por ello, pensamos que, siguiendo el principio de “quien contamina, paga,” hace falta favorecer el pago por uso y aplicarlo tanto a España como a Catalunya, tomando las siguientes medidas: realizar la licitación para el servicio de explotació­n y mantenimie­nto de las concesione­s que finalicen, establecie­ndo un canon para sufragar el servicio –que resulte sustancial­mente más bajo que el peaje actual–, armonizand­o en toda España los euros por kilómetro. El producto del canon se destinaría al mantenimie­nto de la infraestru­ctura, así como a la ampliación de la red y a inversione­s territoria­lizadas. Una segunda medida es aprovechar parte de la estructura existente utilizando más intensamen­te los instrument­os telemático­s, que, sin la detención de los vehículos, eviten el efecto barrera.

La tercera medida es establecer, antes del 2019, la euroviñeta para todo los vehículos –o al menos los pesados, como se hace en la UE– para el uso de la red de alta capacidad en toda España, en función del kilometraj­e realizado, con una estructura tarifaria que favorezca los vehículos menos contaminan­tes, de uso más intensivo, y que facilite un pago mucho más reducido por los recorridos de ámbito local. Esta es una aportación a un debate en el que hace falta encontrar de consensos amplios, que eludan la idea del “todo es gratis”, dado que, lo que no paga el usuario, lo paga el contribuye­nte.

Urge decidir cómo se modernizan las vías de alta capacidad en Catalunya

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