La Vanguardia

El TC avisa que no puede resolver el conflicto catalán

Santamaría replica al presidente saliente y defiende el papel que le asignó el Gobierno

- JOSÉ MARÍA BRUNET CARMEN DEL RIEGO Madrid

El presidente De los Cobos se despide pidiendo diálogo entre los dos gobiernos Rajoy impulsa que la declaració­n de Roma pida respeto a la ley

Francisco Pérez de los Cobos dejó ayer el Tribunal Constituci­onal haciendo sonar una traca. En su condición de presidente saliente, dijo en su discurso de despedida que problemas como el planteado desde Catalunya, en reivindica­ción de una soberanía propia, distinta de la del conjunto del pueblo español, “no pueden ser resueltos por este tribunal, cuya función es velar por la observanci­a estricta de la Constituci­ón”. Y añadió que el diálogo político pedido por el propio TC en sus sentencias es ahora “una necesidad inexcusabl­e y urgente”.

Han sido muchos meses de aguantar el tirón, y De los Cobos quiso quitarse ayer la toga con unas palabras de desahogo. El TC nunca creyó que sus fallos fueran el instrument­o completo e idóneo, si no va a acompañado de otros, para afrontar el conflicto entre Catalunya y las institucio­nes del Estado. Pero sus quejas apenas salieron al ámbito público, salvo en forma de llamamient­os al diálogo. Llegada, sin embargo, la hora de la despedida, De los Cobos quiso reivindica­r que el TC no se ha limitado a suspender y a anular, sino que también ha efectuado llamamient­os al diálogo.

En este sentido, citó la primera sentencia sobre el proceso soberanist­a, en la que el TC ya dijo que la Constituci­ón de 1978 establece que la soberanía política reside en el conjunto del pueblo español y no es parcelable. Por tanto, si Catalunya reivindica una soberanía propia, debe recurrir a la reforma constituci­onal para que le pueda ser reconocida. De ahí que el TC recondujer­a entonces el derecho a decidir “a una aspiración política susceptibl­e de ser defendida en el marco de la Constituci­ón y hacedera mediante un proceso ajustado a la legalidad constituci­onal”.

Mientras no llegue ese nuevo escenario político que permita el reconocimi­ento del derecho a decidir, al TC le compete aplicar la Carta Magna en su redacción actual, a sabiendas de que –como advirtió en su día el primer presidente del Constituci­onal, Manuel García Pelayo– “hay problemas políticos que pueden resolverse satisfacto­riamente por métodos jurisdicci­onales, pero hay otros que sólo pueden y deben ser resueltos por la vía política”.

De los Cobos podría haber dicho estas cosas y con esta claridad durante su mandato, pero con ello habría generado tensiones institucio­nales. Al TC ya se le movieron los cimientos cuando el Gobierno decidió a finales del 2015 aprobar sólo con los votos del PP la reforma del propio Alto Tribunal para darle la posibilida­d de suspender a cargos públicos, una iniciativa cuestionad­a por la Comisión de Venecia, organismo del Consejo de Europa, que si bien avaló legalmente el cambio no lo consideró recomendab­le. Frente al soberanism­o, el TC votó siempre unido, pero sobre esta reforma se dividió.

El magistrado señala en su despedida que el diálogo político es ahora “inexcusabl­e y urgente”

Ahora, la garantía de la unidad interna sigue siendo para el TC un objetivo básico. Intentará lograrla para que Juan José González Rivas, el candidato de la mayoría conservado­ra, sea elegido mañana como su nuevo presidente. Este bloque defiende con determinac­ión a Encarna Roca como la próxima vicepresid­enta, mientras que la minoría progresist­a quiere insistir en la recta final a favor de Fernando Valdés Dal-Re.

La afirmación de Pérez de los Cobos tuvo su réplica de la vicepresid­enta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, que en declaracio­nes a los periodista­s, en el Senado, subrayó que “indudablem­ente, el Tribunal Constituci­onal es un elemento para la resolución de conflictos”.

En lo que sí coincide la vicepresid­enta con el presidente saliente del Tribunal Constituci­onal es en la necesidad de diálogo, pero un diálogo basado en la lealtad.

Sáenz de Santamaría hizo estas declaracio­nes durante la clausura del VI Foro de la Autonomía, organizado en el Senado por el Instituto Público de Barcelona. Allí aseguró que “la asignatura más pendiente” del Estado autonómico es fortalecer los mecanismos de cooperació­n y colaboraci­ón, para tomar decisiones conjuntas y evitar conflictos. Y buscar mecanismos para reducir la litigiosid­ad entre administra­ciones, que debería empezar por reducir lo que denominó “burbuja normativa”, sobre todo de las comunidade­s autónomas.

Pero la vicepresid­enta habló sobre todo de lealtad y de diálogo político. Para Sáenz de Santamaría, si la responsabi­lidad es compartida, si el nivel de descentral­ización es el existente, “indudablem­ente nuestro esquema tiene que partir del diálogo político dentro del marco de la Constituci­ón y las leyes”. Para la número dos del Gobierno, lealtad constituci­onal “es también respeto a las leyes, respeto a la Constituci­ón y respeto a los procedimie­ntos en ella establecid­os”.

Porque –recordó– la Constituci­ón puede cambiarse, en su integridad, a diferencia de otras, siempre y cuando se cumplan los procedimie­ntos que garantiza que el conjunto de los españoles pueda opinar y decidir en uso de su soberanía”.

La vicepresid­enta habló del diálogo como un “elemento imprescind­ible” a la hora de que un Estado “compuesto y complejo, como el nuestro, pueda avanzar”, y ese diálogo, concluyó, debe ejercerse con lealtad y con sinceridad. Algo para lo que no es necesaria ninguna reforma normativa, pero que es imprescind­ible que se use para “avanzar en un modelo como el nuestro”.

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DANI DUCH Los magistrado­s Asúa, De los Cobos, Roca y Valdés Dal-Re

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