El Born recupera su historia como mercado
Una exposición temporal explica la historia del Born como punto de intercambio
Barcelona es una ciudad que ha conservado sus mercados, hasta el punto de convertirlos en una atracción turística. De hecho mantiene su red de mercados cubiertos tal como fueron concebidos en el siglo XIX, y uno de los pocos que han desaparecido, el del Born, ahora rinde tributo a esa tradición con la exposición Memòries d’un mercat.
La historia del Born tiene dos facetas: su yacimiento, que tras su recuperación nos transporta a la Barcelona de 1714, y la estructura metálica diseñada por Josep Fontserè, que sirvió para cubrir el mercado al aire libre que existía desde la edad media en el barrio. Cuando se cumplen 45 años del cierre del mercado, la exposición inaugurada ayer (abierta hasta el 26 de noviembre) se ha marcado como objetivo reactivar y recuperar la memoria colectiva sobre este espacio. Sus tres comisarios (Manel Guàrdia, Ramon Graus y José Luis Oyón), que llevan varios años en el proyecto, no sólo han querido montar una exposición que a través de documentos, planos, fotografías y películas retrata la vida y la historia de ese mercado, sino que han habilitado un espacio, La paradeta de la memòria, para recoger el testimonio de trabajadores y vecinos. La idea es crear un fondo documental del Born.
Alexandre Pujol, de 88 años, es uno de los primeros testimonios en acercarse al Born para explicar sus vivencias. Su abuelo Hermenegildo Pujol, un payés de Capmany (Alt Empordà), emigró primero a París y luego a Barcelona, donde se instaló en la calle Comercial como zapatero. Acabó comprando una parada en el Born donde vendía fruta de los pueblos del Baix Llobregat, lo que ahora se llamaría de proximidad. El negocio lo pasó a su padre y, aunque a él lo enviaron a estudiar, durante los veranos iba a ayudarles. “Era duro a los 18 años, el despertador sonaba a las 4.45 de la madrugada. Bajaba a la calle y la puerta de mi casa ya estaba abierta porque a las 3 salían los primeros vecinos que iban a trabajar. Me iba al bar Foradada, donde mi padre ya me había dejado pagado un café con leche y churros. Al lado tenía otros clientes que optaban por una barreja, algo más fuerte. Y en la plaza había ya una gran animación. A las 5.40 tocaban el timbre y los vendedores empezaban a examinar los productos, antes de lanzarse a la compra. Quin batibull!”.
Las fotografías expuestas ahora en el Born son un fiel reflejo de la vitalidad de ese mercado. Tanto las de antes de la guerra (Sagarra, Brangulí, Casas...) como las de la posguerra (Català-Roca, Forcano, Colom, Miserachs, Marroyo, Manent) recogen ese ambiente. Una de las más conocidas es aquella en la que Xavier Miserachs captó a un empleado con una carretilla en la que trasladaba hasta 43 cajas de madera. Francado cesc Candel supo registrar también ese mundo en un reportaje en Destino titulado “Amanece en el Borne”. Otro documento expuesto es un fragmento de película rodado por la CNT en plena Guerra Civil donde se ve a los trabajadores cargando frutas y verduras en camiones para trasladarlos a la capital de España. Uno de los subtítulos reza: “Madrid pide víveres, no discursos”.
Los comisarios de la exposición explicaron que el estudio del mercado del Born permite diferenciar cuatro etapas: hasta 1876 como mercado al aire libre; entre 1876 y 1921, cuando se convierte en mercado minorista ya bajo la estructura de Fontserè –se exponen 7 planos inéditos–; de 1921 a 1971, cuando se convierte en mer-
de mayoristas; y la etapa final en que se trasladó a Mercabarna y la oposición ciudadana lo salvó del derribo.
Como dijo ayer el teniente de alcalde de Barcelona, Gerardo Pisarello, “se trata de un proyecto de memoria colectiva que recupera el mercado como espacio de intercambio de vivencias, de trabajo y de emprendimiento”.
El objetivo de la muestra es crear un fondo documental del Born con testimonios de vecinos y empleados