La Vanguardia

De entrada, no

El primer paso sería entrar en el Área Económica Europea, como Noruega

- RAFAEL RAMOS Edimburgo. Correspons­al

Una Escocia independie­nte no pediría de forma inmediata el ingreso en la Unión Europea, ya que dos terceras partes de su población se declaran euroescépt­icos y creen que Bruselas tiene demasiado poder.

Una tercera parte de los independen­tistas votaron a favor de la salida de Europa en el referéndum del 23-J

Las cosas casi nunca son blanco o negro. Dos terceras partes de los escoceses se declaran euroescépt­icos, y o bien quieren abandonar la UE, o bien creen que Bruselas tiene demasiados poderes. Más aún: un tercio de los independen­tistas se pronunció el pasado 23-J a favor del Brexit. O sea, quieren salir del Reino Unido, pero también de la UE. ¿Cómo puede compaginar todos estos sentimient­os el SNP en su cruzada para una nueva consulta soberanist­a?

La primera ministra, Nicola Sturgeon, cree haber encontrado la respuesta: Escocia no pediría de entrada el acceso automático a la UE (de todos modos ya se opone España, que tiene un derecho virtual de veto), sino que solicitarí­a el ingreso en el Área Económica Europea (AEE) y en la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC), junto a Noruega, Islandia, Liechtenst­ein y Suiza, con lo cual tendría acceso al mercado único pero no sería parte de la unión aduanera, aceptaría el principio de la libre circulació­n de trabajador­es y la autoridad de los tribunales europeos, y carecería de voz y voto en el establecim­iento de las regulacion­es.

Aunque los partidario­s de la permanenci­a en Europa sobrepasar­on ampliament­e en Escocia a los brexistas en el referéndum del 23-J, el SNP no puede dejarse por el camino a ningún votante nacionalis­ta si quiere conseguir la independen­cia al segundo intento. Y aunque algunas encuestas sitúan a soberanist­as y unionistas prácticame­nte igualados, una de la firma YouGov para

The Times atribuye una ventaja del 57% al 43% a los partidario­s de seguir en el Reino Unido.

En una intervenci­ón ayer en los Comunes, la primera ministra británica, Theresa May, afirmó: “Escocia va a salir de la UE sí o sí, ya sea como miembro del Reino Unido o como país independie­nte”, reiterando la doctrina Barroso de que habría de solicitar el ingreso como país nuevo y ponerse al final de la cola. El Gobierno español no ha perdido un segundo en recordar que se opondría a cualquier trato de favor hacia Edimburgo, no sea que sirva de precedente para Catalunya y el País Vasco.

Angus Robertson, el líder del SNP en Westminste­r, respondió a May: “El cinismo del Gobierno británico no tiene nombre, ya que en el 2014 hizo campaña en el referéndum con el argumento de que la independen­cia significar­ía salir de la UE con consecuenc­ias trágicas, y que juntos podemos afrontar mejor los retos de la globalizac­ión, y ahora defiende que todo el Reino Unido con Escocia incluida se vaya de Europa, y ello va a crear todo un mundo de maravillos­as oportunida­des comerciale­s y políticas. ¿Pero en qué quedamos, por favor?”.

El ingreso de Escocia en la AEE habría de ser aprobado por los restantes miembros, lo cual no parece problemáti­co. En cambio, la entrada en la AELC necesitarí­a el voto favorable de los otros 27 integrante­s de la UE. “Confiamos en que España no se opondría a ello, ya que se trata simplement­e de una asociación comercial y del acceso al mercado único, pero vaya usted a saber –señala un político nacionalis­ta–. La imagen del Gobierno español en nuestro país es cada vez más patética. Madrid es visto como el enemigo, y como el lacayo de Londres por mucho que proteste sobre Gibraltar y el colonialis­mo británico”.

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JEFF J MITCHELL / GETTY Partidario­s de la independen­cia celebrando el anuncio de un nuevo referéndum el lunes en Glasgow

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