La Vanguardia

El bazar holandés

Los partidos disputan hasta el último momento el voto de los neerlandes­es, en especial los de origen extranjero

- BEATRIZ NAVARRO

Especias orientales, encurtidos marroquíes, velos islámicos, arenques encebollad­os, comida indonesia y candidatos electorale­s de todos los colores. En el mercado central de La Haya, uno de los mayores y más vivos de Europa, podía encontrars­e de casi todo ayer al mediodía.

Por motivos prácticos y religiosos, los holandeses acostumbra­n a celebrar las elecciones y referendos en miércoles. Es el día que menos molestias causan a las escuelas, donde suelen instalarse las urnas (a veces, sencillos cubos de plástico verde con una ranura y un rudimentar­io candado) y el que menos dilemas causa a los católicos ortodoxos, que tienen prohibido votar en domingo, y a los judíos, que celebran el sabbat de viernes a sábado. La ley permite publicar encuestas y hacer propaganda hasta el mismo día de los comicios. Con buena parte de los votantes dudando entre los 28 partidos que ayer concurrían a las elecciones, el populoso bazar de La Haya, por su vitalidad y pluralidad, es un caladero que nunca descuidan.

Allí estaban ayer los liberales conservado­res y los progresist­as, los laboristas, la izquierda radical y los partidos para holandeses de origen extranjero. Su voto está especialme­nte disputado este año debizas do al desplome de los laboristas y a la aparición de partidos centrados en defender a los otros holandeses, como Denk, muy activo entre los turcos. Su líder, Tunahan Kuzu, canceló su asistencia al último debate de la campaña para no tener que posicionar­se sobre el presidente turco, Recep Tayipp Erdogan, a cuyas tesis se le considera cercano, para no perder votos.

“Se me han acercado, pero conmigo que no cuenten. Son tan de derechas como Geert Wilders. Yo soy holandesa y turca, amo a los dos países y no pienso elegir. Nunca he tenido problemas aquí y he tenido las mismas oportunida­des que todos los holandeses”, explica con aplomo Ebru, una joven madre musulmana. “Yo voto por lo que me parece importante para Holanda, como la educación o la sanidad, no sobre si islam sí o islam no”, añade tras hacer una foto de su hija con una concejal del D66 (liberales progresist­as), Birgül Özmen.

Ebru viste al estilo occidental. No usa velo y quizás por eso, admite, haya sufrido menos discrimina­ciones que otros holandeses musulmanes. Como la historia que cuentan unos puestos más allá dos amigas que trabajan en la administra­ción pública. “De niña no me pasaba, pero cuando crecí y me puse a buscar trabajo después de estudiar me di cuenta de que me miraban diferente y se cuestionab­a si pertenecía a la sociedad. Vas a la escuela, te esfuer- y al final te das cuenta de que aunque hayas hecho lo mismo que todos, para ti las cosas no son iguales”, explica Rajaa Bousaghoua­ne. Tradiciona­l votante de izquierdas, esta hija de marroquíes sí ha votado a Denk. No cree que sean extremista­s. “Dan voz a lo que una parte de los holandeses piensa, la población de origen extranjero. Me parece importante que también ese voto se oiga en el Parlamento. En los últimos años ha sido ignorado”, asegura mientras elige telas para el curso de costura que sigue con su amiga.

Entre los puestos de fruta, ropa, calzado y accesorios informátic­os destacan los banderines azules, blancos y rojos de los puestos de productos tradiciona­les holandeses. André, un trabajador de la construcci­ón de 57 años, echa la cabeza para atrás y deja deslizar por su garganta un arenque del mar del Norte cogiéndolo por la cola, como manda la tradición. Ha votado por el primer ministro, Mark Rutte, “por cómo nos ha sacado de la crisis”, explica este antiguo votante de izquierdas. “Wilders también me gusta, pero no lo de salir de Europa. Me parece mal asunto”, explica André.

La madame pipi del mercado –responsabl­e de sus aseos públicos– ríe al preguntarl­e por quién votará. “¿Usted qué cree? Mire ahí fuera. ¡Al rubio, a Wilders!”, dice señalándos­e su propio cabello. “Esta mañana estábamos en el café con otras cinco mujeres del mercado y todas habíamos votado a Wilders. El candidato del SP (izquierda radical) estaba al lado y lo ha oído todo, pobre. Me parece un buen hombre, pero no tiene nada que hacer”, explica a su hermano. Él esta vez votará al Partido de los Animales, asegura mientras madame pipi cabecea: “Las cosas de las personas no se consiguen, igual pueden hacer algo por los animales”.

Por razones prácticas y religiosas, el país suele votar en miércoles y se hace campaña hasta el final

 ?? VINCENT JANNINK / AFP ?? Una cabina de voto instalada en una casa de Marle; al lado, con apariencia de un cubo de basura, está la urna
VINCENT JANNINK / AFP Una cabina de voto instalada en una casa de Marle; al lado, con apariencia de un cubo de basura, está la urna

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