Los grupos quieren una candidatura que entusiasme a la ciudadanía
La alcaldesa Ada Colau siempre estuvo en contra de organizar unos Juegos Olímpicos. Porque la crisis económica obliga a destinar los recursos públicos a la gente que más lo necesita, porque Barcelona ha de plantearse iniciativas más sostenibles y viables, porque aspirar a esta fiesta de la nieve representa un modo de propiciar el desarrollo de Barcelona, a golpe de grande acontecimientos, a sus ojos desfasado, obsoleto, propio de un modelo que ya pertenece al pasado... Una cosa era no echar a perder el Mobile World Congress y otra organizar unos Juegos Olímpicos a la vieja usanza. A pesar de ello, los comunes no tuvieron más remedio que aceptar la comisión propuesta por los concejales todavía convergentes, los de ERC y los del PSC. Todos ellos, junto con Ciutadans, fueron quienes se empeñaron en dejar una puerta abierta al sueño olímpico, aunque fuera tal y como finalmente lo hicieron, de un modo muy etéreo, indeterminado, casi simbólico. De todas formas, a la postre, quienes más decepcionados tienen que estar con esta resolución de los acontecimientos son los alcaldes de las poblaciones del Pirineo. Eran ellos quienes de veras aspiraban a una transformación del calado como la que experimentó Barcelona en 1992.