Teatro inglés del bueno
Es imposible no reconocerle a Inglaterra ciertas contribuciones a la humanidad, sobre todo a la humanidad inglesa. El cricket, el roast beef y la ironía, tan poco apreciada en el sur de Europa. Y, poca broma, el sacrificio de la II Guerra Mundial, sobre todo cuando Estados Unidos estaba al margen, Berlín y Moscú pactaban y los alemanes desfilaban por París.
Dicho esto: lo malo de los ingleses es su genética superioridad moral. A un borrachuzo violento le llaman hooligan y a cualquier jugador del mundo que se retuerce cuando le han hecho un simpático tackle le abuchean por comediante, como el anglófilo –y cabezón– San Mamés con el bendito de Andrés Iniesta.
Espero que durante la visita del Leicester al Bernabeu –no cabe duda de que será el emparejamiento en cuartos de final–, el público de Real Madrid silbará a Vardy, la estrella del campeón inglés, a la vista de que su público no lo hizo anteanoche cuando fingió –cual argentino, italiano o turco– que había sido agredido por el sevillista Nasri, un pardillo que se ganó la segunda tarjeta amarilla, a falta de un cuarto de hora, cuando más le necesitaba el Sevilla.
El fútbol inglés siempre ha sido muy suyo, como en los tiempos en los que sólo jugaban indígenas y los partidos eran un patadón y tentetieso vertiginoso, lo que no impedía algún que otro triunfo continental aunque sin dejar memoria, a diferencia de Bayern, Ajax, Milán, Real Madrid o FC Barcelona. Acaso el Liverpool... Para contrarrestar ciertas carencias técnicas, el fútbol inglés ha mantenido como un triunfo sobre el resto del mundo el respeto a ciertas reglas
Espero que el Bernabeu silbe a Vardy, héroe del Leicester, por fingir cual turco o argentino una agresión
como no hacer la vida imposible a los árbitros durante los 90 minutos o afear el fingimiento de lesiones. Yo, lo reconozco, disfruto bastante cuando un jugador se retuerce sobre el campo y en la repetición queda manifiesto que nadie le ha tocado. Mi favorito en la Liga es el madridista Pepe, tan pronto verdugo como víctima, siempre teatrero.
Ya entiendo que agravar el dolor no es propio de deportistas pero tampoco está bien ir al servicio de urgencias de Sant Pau porque te duele el estómago y los ciudadanos lo hacen y exageran lo suyo para que los atiendan con prontitud.
Durante décadas, los ingleses han presumido de ser la última reserva de la nobleza del fútbol y antes aceptan una fractura de tibia y peroné en la disputa de un balón que un futbolista de Arguineguín finja su fallecimiento sobre el césped.
Ahora, Vardy ha recurrido a las artes teatrales de la provocación y es el héroe del día en las islas. A este paso, terminarán mimando el cuero.