El fiasco xenófobo en Holanda alivia a la UE y anima las bolsas
Los liberales liderarán la formación de gobierno tras la derrota de Wilders Europa confía en un freno al populismo con la vista puesta en Francia El resultado empuja al euro y el Ibex sube un 1,6%
Los holandeses vieron ayer con alivio como la mayor parte de los medios internacionales abandonaba La Haya y dejaban de interesarse por sus hiperescrutadas elecciones. El fiasco del ultraderechista Geert Wilders, que no logró subirse a la ola del Brexit y Donald Trump para convertirse en la fuerza más votada ni superar siquiera su mejor marca histórica, ha convertido los comicios holandeses finalmente en lo que siempre han sido, una cuestión ante todo nacional.
El resultado electoral holandés es un auténtico rompecabezas debido a la debilidad de los grandes partidos y a la fuerte fragmentación de la cámara. La presidenta del parlamento, Khadija Arib, encargó ayer a la liberal Edith Schippers explorar las posibilidades de formar gobierno. El proceso se demorará meses. Rutte, líder del partido VVD ganador de las elecciones (33 escaños y 21% de los votos), aseguró en campaña que no pactaría con Wilders. Esto le obligará a contar con al menos tres partidos más para formar coalición, entre ellos muy probablemente los democristianos (CDA) y los liberales progresistas (D66).
El Partido por la Libertad (PVV) de Wilders, que se define por su rechazo a Europa, los extranjeros y el islam, consiguió finalmente el 13% de los votos y 20 diputados, lo que le convierte en el segundo partido más votado. Son cinco escaños más que en la anterior legislatura pero cuatro por debajo del récord que logró en el 2010, cuando atrajo al 15% de los votantes en lo que se confirma que fue su techo electoral.
El populismo no es un fenómeno nuevo en Holanda. Estalló con Pim Fortuyn con el cambio de milenio. La política holandesa dejó de ser aburrida. Su afirmación de que “Holanda está llena” sacudió a la sociedad holandesa en un momento en que surgían más y más preguntas sobre el éxito de su modelo multicultural. Fortuyn fue asesinado en el 2002 por un activista medioambiental a nueve días de las elecciones legislativas. Dos años después, el cineasta Theo van Gogh moría acuchillado por un islamista en plena calle. Aquellos hechos radicalizaron a Wilders, que vive bajo protección desde el 2004.
El legado de Fortuyn y la victoria de Wilders es que Holanda es hoy un país más conservador, pero no por eso ha perdido su tradicional pragmatismo. Las radicales promesas del líder ultraderechista no han calado en la sociedad holandesa, siempre fragmentada en grupos ideológicos muy claros. Wilders tiene su público (aunque le han salido competidores: el antieuropeo y prorruso Forum van Democratie ha sacado dos escaños en el nuevo Parlamento), pero en las elecciones del miércoles los holandeses han apostado mayoritariamente por partidos de centro priorizando las soluciones prácticas y factibles.
Wilders ha azuzado la desconfianza de los holandeses hacia Europa, actitud de la que el partido liberal (VVD) se ha contagiado. Han sido sin embargo las fuerzas con un discurso más europeísta –como los liberales progresistas (D66) o la izquierda ecologista (GroenLinks)– los partidos que más votos ganaron en estas elecciones. Lo mismo ha ocurrido con las posturas sobre inmigración y los refugiados: los partidos más abiertos a afrontar y gestionar el fenómeno son los que más han subido, no los que se han sumado al discurso polarizador de Wilders. “Actúa de formal o vete”, llegó a decir Rutte en campaña. Ambos temas pueden complicar las negociaciones para formar gobierno.
La falta de química entre Rutte y Sybrand van Haersma Buma, líder de los democristianos, será otro de los obstáculos. Mientras el primero destaca por su pragmatismo, el segundo se jacta de lo contrario, de su fidelidad a los principios. El líder li-
Juncker desea que el resultado electoral holandés sea “una inspiración para otros”
Los partidos que más votos han ganado son pro europeos y pro refugiados
“Todos son igual que Wilders; pronto va a haber guerras de religión en Europa”
beral lo tildó de “parvulito malcriado” durante la campaña. Ahora Buma está llamado a a ser viceprimer ministro del tercer gobierno de Rutte. Hay otros elementos que sus futuros aliados tendrán en cuenta antes de comprometerse con él. Por ejemplo, que el sonriente Rutte se ha revelado como una trituradora para sus socios de gobierno. Lo hizo primero con los democristianos y ahora con los laboristas.
Tras dos años en coalición con los conservadores de la CDA, el partido encajó una derrota histórica que le relegó en el 2012 a quinta fuerza de la cámara, una posición inesperada para un partido que había sido clave para la gobernabilidad del país durante décadas. Aquel gobierno cayó por perder el apoyo parlamentario de Geert Wilders, que también pagó en las urnas lo que muchos votantes interpretaron como una irresponMerkel, sabilidad, pero fueron sus socios de la CDA quienes más sufrieron. Rutte se apuntó diez escaños más.
La experiencia de gobernar con Rutte ha destruido también a los laboristas (PvdA), que pasan de ser la segunda fuerza más votada con 38 escaños a una séptima posición con apenas nueve diputados de los 150 con que cuenta el parlamento holandés. El mayor logro del Gobierno ha sido sacar al país de la crisis, pero el desgaste por las medidas adoptadas ha pesado más sobre los socialdemócratas que sobre los liberales, que pierden no obstante ocho escaños. Lo más probable es que el PvdA se quede en la oposición para tratar de reconstruirse como partido.
El alivio era patente ayer en las declaraciones de los líderes europeos por el resultado electoral. “Celebro que la alta participación llevara a un resultado a favor de Europa y diera una señal tan clara”, se congratuló la canciller alemana, Angela que ayer recibió en Berlín al candidato presidencial francés, Emmanuel Macron. “Holanda nos demuestra que el avance de la extrema derecha no es inevitable y que las fuerzas progresistas están cogiendo fuerza”, afirmó este. El presidente francés, François Hollande, habló de “clara victoria frente al extremismo”, mientras el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, con la vista puesta en el avance de Marine Le Pen, deseó que sea “una inspiración para otros”. Mariano Rajoy, por su parte, deseó al líder liberal y primer ministro en funciones, Mark Rutte, que pueda formar gobierno “a la mayor brevedad posible”
La crisis diplomática con Turquía instigada por el desafío del presidente Recep Tayipp Erdogan a la prohibición del Gobierno holandés de hacer mítines sobre su referéndum constitucional en su territorio (los holandeses de origen turco tienen doble nacionalidad y muchos pueden votar en ambos países) sacudió la recta final de la campaña. “Rutte, puede que tu partido haya ganado las elecciones pero has perdido la amistad de Turquía”, declaró ayer Erdogan, que hasta el mismo día de las elecciones holandesas estuvo llamando a sus ciudadanos a no votar a “partidos fascistas” como los del primer ministro liberal.
Geert Wilders no desperdició el choque con Erdogan y avivó al máximo la retórica nacionalista, aunque al final pudo ser Rutte, con su contundente respuesta a Ankara, quien más se benefició de la tensión. El Gobierno turco no parece dispuesto a rebajar la tensión, al contrario, la estrategia parece ser avivar al máximo el choque: “No hay diferencias entre Geert y los socialdemócratas en Holanda, todos piensan lo mismo. Esa actitud está llevando a Europa al abismo. Pronto habrá guerras de religión en Europa”, dijo.