La Vanguardia

Un Thyssen pirenaico

La baronesa abre su museo de Andorra al público con un recorrido por dos siglos de ‘ismos’: del impresioni­smo al fotorreali­smo

- PAU ECHAUZ

La ilustre andorrana Carmen Thyssen inauguró ayer en la capital del país pirenaico el nuevo museo que, bajo el nombre de su difunto esposo, acoge una colección de obras que viaja desde el impresioni­smo francés del XIX hasta el fotorreali­smo norteameri­cano.

La baronesa Thyssen cumplió ayer con una vieja aspiración que compartía con su marido, abrir un museo en Andorra, donde mostrar los cuadros de su colección. La baronesa, de ciudadanía andorrana, que presidió la inauguraci­ón del nuevo Museu Carmen Thyssen Andorra, junto al Cap de Govern, Toni Martí, ubicado en el histórico edificio del antiguo hotel Valira, en la parroquia de Escaldes Engordany, se mostró satisfecha por la obra y agradecida a la sociedad andorrana. “Si hoy estamos aquí es porque mi marido y yo nos enamoramos de este país en nuestra primera visita, invitados por mi hermano, que ahora está en el cielo”, explicó a los medios.

Se trata de un pequeño museo para un pequeño país, pero con una exposición que se renovará cada año y en la que se expondrán otros cuadros y piezas procedente­s de los museos de Madrid o Málaga. Es una pinacoteca que refuerza el panorama cultural andorrano y que se presenta como un complement­o muy atractivo para el visitante después de una dura jornada, de compras, practicand­o esquí, mountain-bike o en el balneario. Guillermo Cervera, director del museo, sobrino de Carmen Cervera, cree que este primer año, puede llegar a acoger a más de 50.000 visitantes. “Es un formato del siglo XXI en el que primamos el tiempo de percepción del visitante ante el cuadro. Hay menos cuadros, pero queremos

que disfrute más, que la percepción sea más intensa”, afirma.

En su encuentro con los medios, Carmen Cervera sorprendió afirmando que, contrariam­ente a lo publicado, “a día de hoy no es mi intención vender el cuadro de Degas, Caballos de carreras en un

paisaje. No tengo claro si al final lo voy a hacer o no. Tengo que pensarlo”. La baronesa dijo que, en el mundo del coleccioni­smo, “surgen oportunida­des y un cuadro puede venderse, o cambiarse, pero en el caso del Degas, primero hay que volver a colgarlo y mirar cómo está porque acaba de volver de una exposición en EE.UU., con un éxito tremendo, y hay que someterlo al informe de los restaurado­res”. Su sobrino, que calificó de “especulaci­ón curiosa” las noticias sobre el cuadro, declaró que se trata de un lienzo muy delicado. “Es un pastel, sufren desprendim­ientos constantes y ha cruzado el Atlántico en avión y no sabemos si ha sufrido alguna variación en su estado”. Respecto de las negociacio­nes con el Gobierno español para la continuida­d de su colección en España, la baronesa se mostró optimista. “Tenemos tres meses de negociació­n por delante y seguimos hablando, pero

parece que va por buen camino”.

Escenaris. De Monet a Estes, de

Trouville a Nova York, la muestra que abre el museo, es una selección del propio Guillermo Cervera de solo 26 cuadros, pero propone un viaje de dos siglos de ismos, desde el impresioni­smo francés y americano, al modernismo catalán, el expresioni­smo alemán, el fauvismo, el cubismo, la pintura urbana y un final espectacul­ar con tres piezas notables del Fotorreali­smo norteameri­cano. La evolución del tratamient­o de la luz en lienzos con predominio del paisaje, rural o urbano, es uno de los hilos conductore­s de la muestra, que cuenta con tres pantallas digitales con fichas informativ­as y aplicacion­es para ver detalles.

Monet y Gauguin comparten pared con Theodore Robinson y John Henri Twachtman, ejemplos del impresioni­smo a ambos lados del Atlántico. A destacar un impresiona­nte Meifren del Puerto de Barcelona, junto a colegas como Casas o Anglada Camarasa. Torres García habla con Matisse y Maurice Prendergas­t, además de cuadros de Karl Schmidt-Rottluff, Ernst Ludwig Kirchner y Max Beckman. La pintora Varvara Stepánova, la única mujer selecciona­da muestra unos jugadores de billar de estética cubista. El último suspiro de la exposición es para Thunder Smash (1977), de Charles Bell, el fragmento de un tablero de una máquina pinball. Junto al cuadro, el pinball original en el que se inspiró Bell. “En esa máquina hemos jugado toda la familia cuando vivíamos en Daylesford (Worcesters­hire, Inglaterra)”, explican tía y sobrino.

La baronesa niega que “a día de hoy” tenga intención de vender un Degas y afirma que se lo está pensando

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MERCÈ GILI La baronesa ayer en la muestra, ante Thunder Smash (1977), de Charles Bell

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